La fuente de la vida

Un reportaje de Robert Garrido que reúne los conocimientos de las propiedades del agua del mar, de como obtener la salud de forma natural, con la participación de Dr Angel Gracia, Dra. Mª Teresa Ilari, Robinson Devia, Laureano Dominguez, Enric Cerqueda, Roger Robes, Miguel Celades.

Respuesta al artículo «El timo del consumo del agua de mar»

Recomendamos leer el artículo de «El timo del consumo de agua de mar» antes de leer nuestra respuesta.

RESPUESTA AL ARTÍCULO “EL TIMO DEL CONSUMO DEL AGUA DE MAR” DE VÍCTOR PASCUAL DEL OLMO

Ni nos preocupa que nos critiquen, ni tenemos costumbre de responder a las críticas que sólo intentan desacreditar el consumo de agua de mar o desacreditarnos directamente a nosotros. Pero como entendemos que el artículo al que nos disponemos a responder puede crear desorientación en mucha gente y que dejarlo sin respuesta podría dar a entender que no la tenemos, ésa es la razón por la cual, con todo el respeto, pasamos a responderle a continuación.

En primer lugar tendríamos que alegrarnos todos de que la gente se sirva de la red para manifestar lo que entiende, aunque no tenga una preparación y un modo de expresarse tan académico como suelen demandar los que pretenden la exclusiva sobre sus respectivas especialidades. Efectivamente, la entrada que motiva ese artículo no es un dechado de precisión académica; pero creo que a pesar de ello merece ser tratada con más respeto.

Pero como mi interés está en lo objetivo, paso a responder a las cuestiones punto por punto. Respecto a la cita “la sal marina pura, que contiene 84 elementos de gran valor para la salud humana…” y a su comentario “sería interesante saber cuáles son esos 84 elementos de gran valor para la salud, por ejemplo los oligoelementos son 12: cobalto, cromo, cobre, flúor, hierro, manganeso, molibdeno, níquel, selenio, silicio, yodo y cinc”, he aquí mi respuesta:

Hace ya bastantes decenios que los oligoelementos no son 12. En aquamaris.org puede encontrar un par de enlaces al respecto: The chemical composition of seawater y Elementos en el agua de mar, relativo al estudio del Ocean Research Institut de la Universidad de Tokyo, que referencia y documenta 95 elementos, de los que más de 80 están cuantificados. Supongo que éste es un documento suficientemente sólido y “científico” respecto a la composición del agua de mar.

En cuanto al refinamiento de la sal, la información más objetiva es el análisis del residuo seco del agua de mar, que nadie discute que está en estas proporciones: 85% de cloruro sódico; y el restante 15% (que hasta la legislación salinera se empeña en calificar de “impurezas”) para más de 80 oligoelementos. Y en base a esto, la legislación vigente respecto a la “pureza” de la sal, en el Real Decreto 1424 de 27 de abril de 1983, determina que la “sal virgen” (la que comercialmente se llama “sal marina”) contendrá por lo menos un 94% de cloruro sódico. Es decir que hasta para la sal “sin refinar” establece la ley que se le deben eliminar hasta un 9% de “impurezas”; mientras que el contenido en NaCl de la “sal de consumo común” ha de ser como mínimo del 97%. Esta ley corregía el anterior Decreto 704/1976 de 5 de marzo, que establecía que en la sal común, las sales de calcio, magnesio y potasio no debían pasar del 1%.

En cuanto a la eliminación de los metales pesados como el plomo y el mercurio mediante el refinado de la sal, conviene recordar que los problemas de salud no los determina tanto la presencia de determinados elementos en el cuerpo, sino su presencia desequilibrada, ya sea por exceso o por su total ausencia. Le recomiendo que consulte en esta referencia (http://www.lenntech.es/tabla-peiodica/presencia-en-cuerpo-humano.htm) la presencia de elementos químicos en el cuerpo humano. Comprobará que son más de 25 y es evidente que en esta tabla no están todos.

SalRespecto a los aditivos químicos a la sal, hay abundante información bien documentada en la red. Lo obviamos porque no es ésta nuestra especialidad.

A la observación de que “La sal sin refinar provee al cuerpo numerosos minerales esenciales, en cambio la refinada, además de haber sido despojada de casi todos ellos (salvo dos), contiene aditivos dañinos y silicato de aluminio, uno de los principales causantes de la enfermedad de Alzheimer.”, usted comenta que “Esto es una burda mentira”. No cuestiono la forma del redactado y la precisión del comentarista; pero yo no lo hubiese calificado de “burda mentira”, puesto que hay en ese párrafo al menos dos informaciones distintas: una sobre la riqueza mineral de la sal refinada o sin refinar, totalmente evidente e indiscutible, y otra sobre la relación entre el aluminio y el alzheimer.

Respecto a la diferencia de minerales entre la sal refinada y la sal sin refinar, es al menos la misma diferencia que hay entre el azúcar refinado y el azúcar sin refinar. Y lo mismo respecto a cereales, harinas, aceites, etc. La información al respecto es muy abundante.

Y en cuanto a la relación entre aluminio y alzheimer, le recomiendo que busque en Google estas dos palabras relacionadas y comprobará que hay mucha más información a favor de esa relación, que en contra. Por consiguiente a mí no se me ocurriría nunca sostener un argumento así con una sola referencia.

En cuanto al párrafo sobre el “saludable y delicioso caldo” del comentarista, es una lástima que en vez de razonar sobre el tema, se haya limitado a ridiculizarlo. Así no hay quien aprenda del otro (si es que pretendía adoctrinar al pobre comentarista).

Respecto al comportamiento del agua de mar en el cuerpo en caso de naufragio, no está mal recordar que contra factum non valet argumentum; y en este artículo se vierten muchos argumentos que desmienten los hechos. La experiencia de naufragio bebiendo sólo agua de mar está hecha durante 7 días (no sé si entran en su concepto de “un poco más de tiempo”). Y al final se pierden líquidos, claro que sí; pero es de lo que tenemos mayor reserva y de lo que más podemos consumir. Los minerales en cambio, hemos de llevarlos al día: de lo contrario se produce el colapso. En la próxima experiencia de naufragio sobreviviendo únicamente con agua de mar, que esperamos tendrá lugar la próxima primavera, está previsto prolongar la duración a 10 días.

Es evidente que cuando decimos que la salinidad del mar es de 35 por mil, o del 3,5%, nos referimos a los mares que tenemos cercanos y a un valor promedio. Eso no significa que ignoremos las diferencias de salinidad entre el mar Báltico, el mar Negro o el mar Muerto.

Lo que afirma usted de que “La sal de mar es NaCl, un compuesto no cambia provenga de donde provenga, así que la sal refinada tiene la misma cantidad de sodio que la sal marina”, contiene dos errores de consideración. El primero, que la sal de mar es NaCl sólo (repito, sólo) en un 85%. Por consiguiente lo correcto es decir que la sal del mar es NaCl más póngale tranquilamente una veintena de sales (de calcio, de magnesio, de potasio, más la restante colección de fluoruros, cloruros, bromuros, ioduros, etc.).

Y gran número de comprobaciones empíricas nos llevan a creer que algo tiene el agua de mar que respecto a la hipertensión se comporta de forma muy distinta al cloruro sódico. Si tenemos en cuenta que el magnesio es un excelente antídoto contra la hipertensión (también lo es el potasio) y que en el agua de mar están estos elementos y gran cantidad de oligoelementos indispensables para el buen funcionamiento de nuestro metabolismo, quizá sea razonable sospechar que éstos son los responsables de que el sodio que se ingiere con el agua de mar, quede contrarrestado por todos éstos. El hecho es que son muchísimos los bebedores de agua de mar que acreditan sustancial mejora con respecto a su tensión arterial. Busque si lo desea “Deep sea water blood pressure” en la base de datos de PubMed (http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed) de la US National Library of Medicine y el National Institutes of Health. Ahí comprobará que lo que usted critica no pertenece al ámbito del disparate, ni menos al de la mentira.

Con respecto a la relación entre acidez y enfermedad, no es ésta nuestra especialidad. Pero existe en la red abundantísima información al respecto. Le recomiendo el video del Doctor Alberto Martí Bosch al respecto (http://youtu.be/R33xhKQWwtE). Yo diría que es especialmente luminoso.

Y respecto al análisis que hace usted de la web… ¡pues qué quiere que le diga! Primero, que no es una enciclopedia; segundo, que se la ha mirado usted no con intención de informarse, sino con intención de criticarla. Lo que no me parece nada mal si ése es su oficio. Y en cuanto a mi video “La sabiduría del agua de mar”, en primer lugar no es un vídeo “de promoción de la fundación”. Y en segundo lugar, despacharse diciendo que “está lleno de engaños y errores de bulto”, sin especificar cuáles, y con el comentario añadido de que “aunque viendo el resto de la web no te puedes esperar otra cosa”, permítame que me ahorre la calificación de quien así pontifica. El video del motor de agua, por lo menos habrá visto que no ha sido producido por Aqua Maris.

220px-René_Quinton_1908Y para hacer de contrapeso al último párrafo (bastante incalificable) les remito a René Quinton, el gran investigador del agua de mar, a caballo entre los siglos XIX y XX (un libro que le puede situar es el de André Mahé titulado “El plasma de Quinton”, que lleva como primer subtítulo, “El secreto de nuestros orígenes”, y debajo, “El agua de mar, nuestro medio interno”. Es un libro magnífico, de la editorial Icaria). Le remito también a Maynard Murray (1910-1983), que durante 40 años investigó la fertilización de la tierra con agua de mar y con sólidos marinos, con resultados espectaculares. Su libro más asequible es “Sea energy agriculture”. Le recomiendo también el de Charles Walters titulado “Fertility from the ocean deep”. He de decir para consuelo de los detractores del Agua de Mar, que René Quinton no tenía ningún título universitario. Maynard Murray, sí, era médico. Pero eso tampoco significa gran cosa, ¿eh que no?

Mariano Arnal

Medio (externo-interno)

Andamos sumamente desorientados respecto al papel que juegan tanto en la salud como en la enfermedad, el medio y el microbio (el agente patógeno). Tan inmersos estamos en la filosofía de Pasteur sobre el protagonismo del microbio como agente de enfermedad, que hemos dejado totalmente de lado el medio (en este caso interno) como fundamento de la salud y la enfermedad. La metáfora de la pecera nos ayuda a centrar la cuestión: es inútil medicar a un pez enfermo si el agua de la pecera está contaminada. De ahí que lo más frecuente es que baste limpiar y sanear la pecera, para que el pez se cure por sí mismo. Y basta obviamente mantener sucia la pecera para que el pez enferme por sí mismo, sin necesidad de otras causas. La dialéctica medio – microbio es de suma importancia para enfocar la filosofía y la praxis de la salud.

Al microbio lo tenemos bien localizado. Como antaño a las alimañas (animalia), a éste se le considera malo por definición. ¡Cosas del lenguaje! Pero ¿y el medio? ¿De dónde hemos sacado este palabro? Hoy tenemos muy clara la idea de que el ser vivo es fruto del medio y está sometido a él (por más que la especie humana se crea con derecho a pensar lo contrario y a actuar en consecuencia).

Pero vayamos a su origen. Esta palabra procede del adjetivo latino medius, a, um, con sus derivados medium, i; mediare (part. medians, mediantis); mediator, mediatrix; medianum; mediatus, immediatus, promediatus, etc. El significado de este lexema no sólo se ha mantenido, sino que se ha ampliado considerablemente, de modo que tiene hoy una gran variedad polisémica (no olvidemos los medios). Intentaré explicar por qué a este término le hemos dado el sentido que tiene (acompañado eventualmente del sustantivo “ambiente” -part. pres. de ambire = rodear, envolver; en cuyo caso funciona de adjetivo). Es curiosa la proximidad de medius a médicus. Da que pensar.

El término latino no daba de sí lo suficiente como para llegar al significado que se le dio a partir del siglo XIX en el ámbito de las ciencias sociales, que fue donde nació, y que de ahí se extendió a las ciencias de la naturaleza. La idea de que el entorno natural era determinante en la configuración de los Estados, es de Montesquieu (1689-1755). Fue el precursor de la teoría del determinismo geográfico (que sería uno de los grandes pilares de los nacionalismos); pero su formulación fue muy primaria: reducía el entorno al clima, y sostenía que éste explicaba de manera apodíctica la naturaleza de los hombres y de los pueblos. A pesar de ser tan burda la teoría, levantó un gran entusiasmo, por lo que los filósofos insistieron en la misma dirección. Fue Comte (1798-1857), también francés, al que se considera el creador de la sociología, quien ampliando la visión de Montesquieu, y dándole un mayor fundamento, creó una palabra nueva, con su respectivo concepto, el medio (milieu), que abarcaba además del clima, la configuración del territorio, los recursos que de él se obtienen, la fertilidad de la tierra, la alimentación y la forma de vida resultantes. Y siguiendo los pasos del gran político, ahondó aún más en la idea del determinismo del medio. Había nacido ya un nuevo término cuyo contenido y uso aún tenían que evolucionar.

El filósofo francés Taine (1828-1893) dio un paso más en la consolidación de la teoría sociológica que sostenía que el medio era un factor determinante de la conducta humana tanto individual como colectiva. Vio Taine que tal afirmación no se sostenía, así que perfiló la idea del determinismo (esa era la obsesión filosófica del momento), explicando que al medio había que añadirle dos factores más: la raza y el momentum. Observando, en efecto que un mismo pueblo tiene comportamientos muy distintos en diferentes momentos de su historia, a pesar de ser idénticos el medio y la raza, se vio obligado a admitir este tercer elemento tan variable, y por tanto tan poco determinista. Estas elucubraciones causaron auténtico furor en todas las escuelas filosóficas, y cada uno aportó su grano de arena a la concepción general, típica del XIX, de que cada pueblo tiene marcado su destino, y es en la tierra, en el medio en el que se desarrolla, donde más hondamente está marcado.

Ahí tuvo su origen una honda preocupación por el medio, por el caldo de cultivo en que se desarrollaban las virtudes de los pueblos. Ahí renació el culto a la naturaleza, los escoltas, los naturalistas de todas las especialidades, los geólogos, cartógrafos, etcétera; además de los etnólogos y los sociólogos que examinaban de qué modo contribuía el medio a forjar hombres y pueblos.

Es curioso constatar cómo la teoría feudal de los siervos de la gleba, superada por la Revolución, volvía de la mano de los nuevos amos con otro nombre y otros ropajes. En el Antiguo Régimen, el de los señores y los siervos, estos últimos eran tan producto de la tierra como los olivos o los conejos. Y el señor, no lo era de los hombres (¡estaban ya superados los tiempos de la esclavitud!), sino tan sólo del territorio. Gran sutileza, ¿eh? Simplemente el señor se cuidaba de que los siervos de la gleba no tuvieran forma de escapar de la tierra madre y señora. ¿Y en qué se distinguía eso, de la nueva teoría del “medio” como determinista del destino de la gente que en él se criaba? Con estos mimbres se construyeron el pasado siglo los nacionalismos. La única diferencia es que ahora los siervos de la gleba, al gozar al mismo tiempo del honroso título de soberanos de ésta, representa que son sus propios soberanos: es decir que en cierta manera son siervos de sí mismos, pero siendo la gleba la matriz de la servidumbre. Los mismos perros con diferentes collares. Este “medio” es tan poderoso y tan condicionante de la conducta y de la vida, porque realmente es el origen, el autor y por tanto el dueño de esa vida. A ese medio, en unos momentos se le llamará “La Tierra”, en otros “La Nación”, en otros, “La Patria”.

No debiéramos escandalizarnos de esto, porque tanto en biología como en zoología, el medio es el dueño del ser vivo que en él se cría: no a la inversa. No sólo eso, sino que todos los seres vivos que hay en el medio, forman parte inseparable de éste. De ahí que a la hora de pensar en la salud y en la enfermedad, el medio es primordial. Y si queremos en él seres vivos sanos, más aún, si queremos vivir nosotros sanos en ese nuestro medio, conditio sine qua non es que el propio medio sea y esté sano. Y esto vale tanto para el medio externo (el hábitat) como para el medio interno.

A la hora de valorar la salubridad del medio, es inevitable hacer una reflexión sobre cuánto contribuimos nosotros a su deterioro la mayoría de las veces, y cuánto a su conservación y restauración, que por suerte cada vez hay más: pero lamentablemente éste es tan sólo uno más de los lujos de que disfrutamos los países ricos.

Hemos de ser conscientes, de todos modos, de que en nuestro empeño por configurar el medio a nuestra imagen y semejanza, no hemos hecho más que deteriorarlo: sobre todo cuando consideramos al medio como nuestro proveedor de alimentos. La diferencia de calidad entre lo que nos daría el medio natural y el que nos hemos fabricado nosotros, es muy considerable. Creo que a estas alturas de la película, no hay que esforzarse mucho por convencer a nadie de que estamos obteniendo nuestra alimentación de un medio no sólo severamente mutilado, sino también, y justamente por eso, gravemente enfermo. Tanto, que nos vemos obligados a “medicar” el suelo y las plantas que en él cultivamos, y a los animales a cuya alimentación destinamos el 80% de nuestros cultivos. Resultado de todo ello es que, finalmente, hemos de rematar este proceso de medicación en el final de esa cadena, que somos nosotros. Ésta es nuestra manera de estar en íntima comunión con el medio en el que nos sostenemos. ¡No podía ser de otro modo!

Pero aún sin llegar a este extremo de degradación artificial del medio, sufrimos el nivel natural de degradación, que compartimos con muchas otras especies. Concretamente a los herbívoros (entre los cuales estamos también nosotros a esos efectos) la naturaleza nos dotó de un fidelísimo marcador de nuestro nivel de minerales, que tenemos en el paladar. De manera que cuando éste aprecia que nos faltan, nos manda literalmente a lamer piedras o a beber aguas de alta mineralización para suplir esa falta. La piedra que nosotros hemos elegido para lamer, es la resultante de desecarse naturalmente el agua de mar: la mejor; y el agua de más alta y perfecta mineralización, la del mar: también la mejor. A este respecto nos comportamos igual que los demás herbívoros, pero eligiendo la mejor piedra y la mejor agua para lamer.

¿Y por qué agua de mar o su residuo seco (más transportable y manejable) al que con un notable error de apreciación llamamos sal? Pues porque es en el mar donde se concentra y se guarda en perfecto equilibrio la “naturaleza mineral” de la tierra. Es esto tan cierto que, como demostró el Dr. Maynard Murray, los mejores fertilizantes del suelo son el agua de mar y el residuo seco de ésta: siempre que, como ocurre con todo fertilizante, se administre en la proporción adecuada.

Esto nos lleva a una conclusión, y es que cuando pensamos en nuestro medio, hemos de ir más allá del pedazo de suelo que pisamos, para situarnos exactamente en el planeta. Ése es nuestro auténtico medio. Y precisamente el lugar donde éste mejor se conserva, donde consigue su máximo equilibrio es el mar. Por consiguiente, cuando pensemos en nuestro medio integral, es inevitable que pensemos en el agua de mar: el medio más extendido de todo el planeta, el medio propio del 90% de la biomasa de la Tierra, el medio más propicio para la vida.

Y es que en cuanto llegamos aquí hemos de hablar forzosamente del “medio interno”, no solamente el nuestro sino el de todos los seres vivos. Porque resulta que en el diseño de todos los seres vivos ha estado presente la necesidad de crearse cada uno su propio medio interno que, resumiendo, es copia fiel del medio externo en el momento de surgir la primera célula… ¡del mar! Es decir que el medio interno viene a ser una porción del gran medio externo por excelencia, pero acotado por membranas y otros mecanismos de aislamiento.

Todo parte del gran salto que dio la biología al determinar que la unidad de vida es la célula, no cada uno de los seres vivos. Con lo cual, todo ser vivo (nuestro cuerpo, por ejemplo) se concibe como una aglutinación organizada de células (y formando parte de su ecosistema, los microorganismos que las acompañan) que viven en una especie de pecera esponjosa, que constituye el medio con el que realizan sus intercambios. Y este medio interno nuestro, tiene la misma estructura mineral que el agua de mar (el medio por excelencia), con la única diferencia de que su densidad es menor (exactamente igual que si rebajamos el agua de mar con agua dulce).

Y es al llegar aquí cuando entendemos la importancia capital que tiene mantener este medio interno en su perfecto nivel de salinidad (una salinidad muy singular, que la forman más de 95 elementos) y en perfectas condiciones higiénicas (sin contaminantes y sin desechos estancados que lo intoxiquen). Curiosamente el principal nivelador de este medio es el agua mineral que contiene todos esos minerales (únicamente la del mar) y la sal obtenida por desecación de esta agua, conservando por tanto todos los minerales que ésta contiene. He dicho “nivelador” del medio interno. Por consiguiente no hablo de agua de mar o de sal marina perfecta en grandes cantidades, sino del complemento que necesitamos para suplir lo que con toda seguridad le falta de minerales a nuestra alimentación. Es obviamente el paladar el que nos advierte cuándo nuestros alimentos están escasos de minerales y necesitan ese equilibrador.

Entendamos que si la naturaleza se ha molestado en hacernos tan agradable el comer bien (y la primerísima calidad de la comida es su perfecta mineralización), es porque se trata de una primerísima necesidad que, de no ser correctamente atendida, afectaría severamente a nuestra salud. Estamos hablando del medio interno, que no podemos dejar que se empobrezca, porque a medio y largo plazo, la falta de minerales nos pasa factura. Y no sólo la falta de minerales, sino también la falta de equilibrio mineral (que sólo en el agua de mar podemos encontrar con total seguridad).

Me siento tentado a decir que el medio interno y su cuidado es el reino de la salud, mientras que el microbio y la lucha contra él, pertenecen al reino de la enfermedad. Pasteur fue el rey del microbio. Su concepción de la lucha por la salud combatiendo al microbio, sigue dominando el panorama del actual sistema de salud, que por esa razón está basado en el medicamento. Tengamos en cuenta que su descubrimiento de las bacterias como agentes de enfermedad, fue descomunal. Hasta entonces se desconocía el origen de la mayoría de las enfermedades, lo que hacía prácticamente imposible cualquier diagnóstico y el respectivo tratamiento a él ajustado.

Fue tal el deslumbramiento que ocasionó este hallazgo de Pasteur, que impidió ver otro hallazgo de mayor importancia si cabe, debido a Claude Bernard: el del “medio interno” que garantiza una homeostasis para la que no está diseñado el medio externo.

El concepto de “medio interno” nace de una evidencia: todo organismo recibe impulsos y aportes del medio en que vive. Los organismos unicelulares son capaces de adaptarse a las grandes oscilaciones del medio. Los organismos superiores en cambio, al tener una organización más compleja necesitan una estabilidad del medio: por eso todos ellos se han visto obligados a crear su propio “medio interno” en el que las variaciones no ponen en peligro la vida de las células. Nuestras células no podrían soportar variaciones de temperatura del bajo cero a los más de 40 grados. Por eso nuestro cuerpo ha creado su medio interno acuático formado por la sangre y la linfa para que nuestra temperatura interna se mantenga en los 37 grados. Pocos grados de variación hacia arriba o hacia abajo, hacen que nuestras células enfermen. Quien habla de temperatura, habla de nivel mineral (con la respectiva variedad) al que llamamos salinidad, que es lo que nos interesa con respecto al agua de mar.

Cannon dio un paso más, asentando el concepto de “homeostasis”: «Los seres superiores constituyen un sistema abierto que presenta numerosas relaciones con el entorno. Las modificaciones del medio desencadenan reacciones en el sistema o lo afectan directamente, dando lugar a perturbaciones internas de éste. Tales perturbaciones son normalmente mantenidas en límites estrechos porque unos ajustes automáticos que sobrevienen en el interior del sistema entran en acción, evitándose de esa manera amplias oscilaciones. Las reacciones fisiológicas coordinadas que mantienen la mayoría de los estados estacionarios del cuerpo, son tan complejas y específicas de los organismos vivos, que se ha sugerido el término de homeostasis”

Tan sencillo como que nuestros órganos y nuestras células necesitan estrechos niveles de estabilidad térmica, salina, de pH, etc., por lo que no pueden estar a merced de las variaciones del medio externo.

Necesitan una fijación interna del medio externo con sus características. Eso significa, refiriéndonos a las características “minerales” del medio interno, que nuestro cuerpo ha de mantener, por necesidad homeostásica, una “mineralidad” constante en torno a los 9 gramos de minerales por litro de agua interna (sangre, linfa y demás fluidos). No puede, por tanto, soportar la altísima mineralidad del agua de mar: 36 gramos por litro. Por eso llamamos “isotónica” al agua que tiene el mismo “tono” salino de nuestro cuerpo. “Iso” significa “igual”.

Y aquí aparece otro gran visionario: René Quinton, quien hace aproximadamente un siglo, descubrió que el mar no es ni agua salada, ni agua de sal, ni agua con sal (por ahí nos lleva todavía el lenguaje), sino agua mineral total: la mejor, por supuesto, porque contiene todos los minerales de la tierra (tampoco podría ser de otro modo, dado el aporte constante de minerales al mar a cargo de las lluvias y todas las corrientes de agua). Quintón descubrió hasta 38 minerales presentes en el agua de mar. Hoy sabemos gracias a rigurosos estudios y mediciones de la Universidad de Tokio, que éstos son 95 hasta donde ha llegado su capacidad analítica: muy cerca de la totalidad de la Tabla Periódica. Con los datos que manejó Quinton, se atrevió a proclamar que el agua de mar es el plasma de la Tierra, muy parecido a nuestro plasma sanguíneo y a nuestra linfa, que forman nuestro “medio interno”. Y consecuente con esta visión, utilizó el agua de mar isotónica (rebajando su salinidad hasta la de nuestro cuerpo) como plasma sanguíneo, con unos resultados espectaculares. Demostró que “curar” el medio interno, era curar el cuerpo y recuperar la salud. Suena totalmente obvio que el mar, el medio externo de la primera célula, sea el proveedor de nuestro medio interno: porque nuestras células tienen las mismas características y las mismas necesidades que aquella primera célula. Lo que ha hecho el medio interno es conservar aquel medio sin variaciones que puedan alterar la vida de nuestras células: ni día a día, ni a lo largo de los millones de años: es a lo que llamamos homeostasis.

He aquí pues, de qué modo la salud y la integridad de nuestro organismo dependen de la armonía entre el medio externo, gran proveedor de recursos, y el medio interno, consumidor de estos recursos.

Una última reflexión dedicada a “los medios”. Es como si las palabras trabajasen por su cuenta para configurar la realidad. Porque resulta que los medios se han convertido en nuestro medio acústico, visual e informativo-conformativo. Como los monos aulladores, estamos conectados entre todos nosotros por esta algarabía performativa con todos sus formatos: sonoro, visual y transmisor de datos. La inmensa mayoría de individuos de la especie, no sabemos vivir ya desconectados de este “medio”: estamos tremendamente condicionados por él igual que por el medio biológico. Y también este “medio” formado por los medios determina nuestra forma de ser. Y no en pequeña medida.

Mariano Arnal

Higiene

Υγιεια (hyguiéia), que significa «salud» es la palabra griega que ha usado la medicina para ponerle un nombre de postín a la limpieza. (Los anunciantes de productos de limpieza suelen recrearse en la redundancia «higiénicamente limpio»). De todos modos, en esta palabra, y en especial en relación con su sinónima latina «sanidad» se han producido algunos fenómenos interesantes. Mientras que se está generalmente de acuerdo en que con el sustantivo «higiene» denominamos «la ciencia que trata de la salud y su conservación», o según otra definición parecida, «la parte de la medicina que tiene por objeto la conservación y mejoramiento de la salud individual y colectiva», en cuanto pasamos a su adjetivo, «higiénico», hemos rebajado de tal manera su categoría científica, que llegamos al objeto que determina la más alta frecuencia de uso de este adjetivo: el «papel higiénico».

Con la palabra «sanitario», derivada de «sano», llegamos también a terminales curiosos: «el personal sanitario», «el sanitario» tratándose de una sola persona de este colectivo, «lo sanitario» (en referencia a todo aquello que tiene que ver con la sanidad, más que con la salud) y «los sanitarios», que así se llaman en el sector de la construcción los elementos propios del cuarto de baño: wáter (el sanitario por excelencia), lavabo, bañera, videt. Parece que fue la firma Roca la que puso en circulación este uso del término en el enunciado «Sanitarios Roca».

Para los griegos υγιεια (hyguiéia) significaba «salud» sin más, aunque se usaba también esta palabra como sinónimo de medicina. Con inicial mayúscula, era el nombre de Higea, diosa de la salud, hija (en algunos mitos, esposa) de Esculapio, asociada al culto de este dios. Higea solía usarse también como adjetivo acompañando a otras divinidades que no son especialmente sanadoras como Deméter y Atenea.

Más de una veintena de palabras forman el campo léxico de υγιεια. Y una aclaración ortográfica: la h le viene a higiene, igual que a historia, Homero, etc. de un signo que va encima de la vocal inicial (que no puedo reproducir en este programa), que se llama «espíritu áspero» y que indica que esa vocal ha de pronunciarse aspirada. Esa aspiración se transcribe mediante la h, que nosotros no aspiramos, pero los ingleses sí.

Donde acaba de asentarse el significado de higiene es en las especificaciones: «higiene privada» por oposición a «higiene pública», «higiene social» (en la que se engloban la higiene sexual, la «higiene mental», la «higiene terapéutica», la «higiene industrial», etc.)

Lo históricamente relevante es que nuestra civilización, procedente de la romana, tan adicta a los baños, vivió de espaldas al agua durante muchos siglos. Es el caso que los romanos construyeron lujosas termas en todas las ciudades de alguna importancia, y fue un hábito común la práctica del baño y de lo que hoy llamamos “higiene” en los baños públicos. Pero la decadencia de las costumbres que precedió al derrumbe del imperio, acabó convirtiendo estos lugares en casas de citas, de prostitución y de escándalo. Eso dio lugar a que la gente normal dejara de frecuentarlos, con lo que se acentuó aún más su aspecto decadente. Los moralistas, obviamente, arremetieron contra ellos. Resultado de todo ello fue que la inmoralidad y los baños quedaron definitivamente vinculados. La gente decente no frecuentaba los baños; y como no los había privados, el resultado fue que Europa vivió de espaldas al agua y a la “higiene” durante más de 1.500 años.

Nadie duda de que las grandes epidemias de peste tenían su origen en la tremenda falta de higiene. La Ilíada empieza contando que en el campamento griego, la peste mataba más soldados que la guerra (lo atribuían a las flechas de Apolo). Y de Troya sabemos un montón porque se han excavado 10 ciudades, cada una edificada sobre los escombros de la anterior. Y tampoco era mejor la situación de Roma. Al perfilar el calendario, muy al principio, y tener que añadirle meses (empezaba el año en marzo: de ahí que septiembre, octubre, noviembre y diciembre fueran los meses séptimo, octavo, noveno y décimo), decidieron dedicar todo un mes, el de febrero, a la limpieza, que buena falta les hacía (februarius es el mes de la purificación), y celebraban el resultado con el carrusel del carnaval. “Februa” eran las ceremonias lustrales (de limpieza) y de purificación (todas las cosas esenciales de la vida se ritualizan). Un mes al año dedicado a estos menesteres, y un año de cada 5 (el lustro) destinado al mismo objetivo, no estaba nada mal.

Es que, tal como la naturaleza no produce basura propiamente, puesto que el reciclaje le es consustancial, la civilización es una tremendísima fábrica de basura. Si lo sabrían los romanos, que ya 600 años antes de Cristo construyeron la Cloaca Máxima que, además de drenar las aguas pluviales (recordemos que Roma se construyó sobre 7 colinas), arrastraba hacia el río todos los desechos de la ciudad, para que fueran éste y el mar quienes los reciclaran. Muchísima basura en fin de cuentas. Y luego estaban las cuadras (por lo menos para la fuerza motriz de entonces, que eran los caballos), en las que desembocaban las letrinas, si las había, o que eran directamente el aliviadero de tripas y vejigas. Y además, “el arroyo” que discurría entre medio de cada dos hileras de casas que daban la cara a la respectiva calle y se daban la espalda entre sí. Eran las lluvias las que limpiaban ese arroyo al que se lanzaban toda clase de desechos, incluidos los de los “vasos de noche”. En fin, que formaba parte de la normalidad más absoluta, vivir rodeado de basuras. Y menos mal que los romanos tenían las termas, que compensaban tanta suciedad del ambiente con una exquisita higiene personal.

Pero cuando se acabaron los baños, lo demás siguió exactamente igual. En el palacio de Versalles (siglo XVII) no había cuartos de baño ni nada que se le pareciese. Rincones sí, muchos, y personal de servicio para limpiar lo que los/las nobles ensuciaban. Fue más tarde cuando se construyeron para esos menesteres esa especie de garitas colgadas en el exterior de las casas que luego fueron a parar a las galerías. Los bajantes conducían las “aguas servidas” a la red de cloacas si las había; y si no, al arroyo. Tenían que estar en el exterior, puesto que no había manera de evitar los malos olores. Hasta que se descubrió el desagüe en sifón (el wáter closed), el único tapón hermético que evita la subida de olores de la cloaca. A partir de ahí la higiene dio un vuelco espectacular: se podían instalar “cuartos de baño” en cualquier lugar de la casa, con tal que hubiese al menos una chimenea de ventilación. Y se llamaron “baños” o “cuartos de baño” porque eso fue lo más llamativo: que con ellos entró el “balneario” en casa. Termal por más señas. Y de eso hace menos de un siglo. Lo esencial es que había entrado el agua a las casas y que con este fenómeno se había inaugurado una nueva era por lo que respecta a la salud derivada de la simple limpieza (básicamente del agua y el jabón). A este nuevo impulso específico y externo de la salud se lo llamó “higiene”.

Simultáneo a este movimiento de la higiene doméstica, se desarrolló el de los balnearios y baños públicos. Se redescubrieron miles de fuentes mineromedicinales y termales en toda Europa y en su área de influencia, y se reconstruyeron sobre ellas o se construyeron de nuevo establecimientos balnearios. Además del poder curativo y preventivo del agua y el jabón, se descubrieron distintas aguas con poderes curativos diferenciados en razón de los minerales que contenían. Todo esto, obviamente, formaba parte del concepto de higiene que se había puesto de moda. Pero finalmente quedó reducido este concepto al agua y al jabón. Al servicio de esta higiene se abrieron en las ciudades numerosos baños públicos que ofrecían básicamente el servicio de duchas hasta que se generalizaron éstas en las casas.

Y ahora viene lo más espectacular de este redescubrimiento del agua para la salud: entre los balnearios de aguas mineromedicinales, estaban también los balnearios marinos en las playas, como una opción más. Se habían descubierto también las virtudes del agua de mar. Y como en los balnearios se valoraba no sólo el agua, sino también el clima, ya que la hidroterapia y la climatoterapia fueron siempre juntas, resulta que al principio en las playas se valoraba mucho más el clima que el agua: de ahí que en muchas de éstas, junto a los merenderos se instalaran “baños”, pero de agua dulce. Se había descubierto, en efecto, que para la tremenda plaga de la tuberculosis no había mejor remedio que el clima de la playa: tanto para prevenir como para curar.

Al principio había una enorme prevención contra el agua de mar: los baños tenían que hacerse por prescripción facultativa y bajo la atenta mirada del médico, que vigilaba en la caseta sobre ruedas arrastrada al interior del agua por un mulo, preparada con una cama y personal auxiliar que esperaban al bañista con una buena calefacción y cantidad de toallas para reanimarlo y hacerle entrar en calor. Los pobres naturalmente tuvieron que apañarse sin mulo, sin caseta y sin médico. Y fue así como fueron tomándole confianza al agua de mar… hasta llegar al espectacular fenómeno de las playas abarrotadas todos los veranos en todo el mundo.

Entretanto, gracias a René Quinton se descubrieron las enormes propiedades curativas del agua de mar, muy superiores a las de cualquier otra agua mineromedicinal. Creció así el prestigio del agua de mar, junto con el de la playa: los beneficios para la salud eran evidentes. La playa fue el gran recurso de los pobres para prevenir y curar la tuberculosis (los ricos tenían la recién descubierta y carísima penicilina); fue el mejor lenitivo para la psoriasis y demás problemas dermatológicos; fue un regulador hormonal y tonificador nervioso indiscutible. La prueba de esta secuencia de evidencias es que quien descubría la playa, ya no podía renunciar a ella. Y así fue como se generó una poderosísima corriente de turismo hacia la playa: el segmento turístico más potente en todo el mundo. Hasta hoy, y creciendo.

Y al mismo tiempo ocurría otro fenómeno singular: el progresivo agotamiento del agua de los ríos y de los acuíferos empleada para atender la demanda imparable de agua para la higiene. Este fenómeno ha hecho que en países de escasos recursos de agua dulce, las compañías suministradoras hayan decidido proveer a las casas con carácter gratuito, de una doble instalación de agua de mar para el baño, a fin de potenciar el ahorro de la carísima agua dulce que suministran. Con la enorme ventaja de que, haciendo de necesidad virtud, los que se han habituado al agua de mar para la higiene personal, han descubierto en ella un potencial de salud que no alcanza ni de lejos el agua dulce. El resultado evidente es que gracias a la sustitución en los baños del agua dulce por el agua de mar “para la higiene”, nos hemos encontrado con que estamos abriéndole camino a la higiene de segunda generación, mucho más potente que la primera.

Mariano Arnal

La sangre se puede sustituir por agua de mar (Discovery Salud nº161)

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En 1974 se realizó en la Universidad de La Laguna de Tenerife un singular experimento: diez perros recogidos de la vía pública en deficientes condiciones de salud fueron utilizados para constatar que ¡la sangre puede ser sustituida por agua de mar! El trabajo fue titulado Experiencias de utilización de plasma marino como sustituto de la sangre pero nadie hizo caso. En 2003 los autores de aquel experimento firmarían un documento avalando de nuevo sus conclusiones pero otra vez fue ignorado. Han pasado diez años desde entonces y quienes deberían haber valorado la importancia de este hallazgo siguen ocultándolo… para proteger a quienes negocian con la sangre. Pues bien, nos ha explicado todo ello en detalle uno de aquellos investigadores -miembro por cierto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas- y aportamos además otros testimonios realmente esclarecedores.

En 1897 el famoso investigador francés René Quinton presentó en el Laboratorio de Fisiología Patológica del Collège de France -una de las instituciones francesas más reputadas actualmente dividida en cinco departamentos: ciencias matemáticas, ciencias físicas, ciencias naturales, ciencias filosóficas y sociológicas, y ciencias históricas, filológicas y arqueológicas- los primeros estudios que demostrarían que la sangre puede sustituirse con agua de mar dada la similitud de su composición bioquímica. Según cuenta André Mahé en su libro El secreto de nuestros orígenes (1962) -reeditado en 1999 con el título El plasma de Quinton- el investigador francés extrajo a través de la arteria femoral de un perro de 10 kilos toda su sangre –tardó 4 minutos- e inmediatamente después le inyectó agua de mar; exactamente 532 centímetros cúbicos a 23º C para lo que necesitó 11 minutos. Pues bien, a pesar de que el desangramiento total del animal debió haberle llevado a la muerte porque la falta de sangre hizo que durante varios minutos sus tejidos no recibieran oxígeno –cerebro incluido- y perdiera nutrientes, el animal se recuperaría por completo. A pesar de que la capacidad de su organismo para combatir infecciones tras la operación había quedado menguada, problema que se hubiera agravado si el agua de mar hubiera resultado ser tóxica.

El primer día el perro permaneció tumbado e inmóvil pero el segundo empezó ya a corretear a pesar de que apenas tenía 2.900.000 glóbulos rojos cuando antes de ser desangrado tenía 6.800.000. El tercer día, empero, la herida se infectó, supuraría y le subiría la temperatura a 40º C siendo su estado preocupante. Al cuarto día comenzaría sin embargo a mejorar constatándose que había aumentado en su sangre tanto el número de glóbulos rojos y blancos como la hemoglobina. Esa misma tarde ingeriría ya 400 gramos de carne mejorando a partir de ese momento rápidamente. “El restablecimiento fue rápido –explicaría Mahé- Al octavo día sus manifestaciones de alegría llegarían a ser incluso exageradas a pesar de que apenas comenzaba a mover las patas; exceso de vivacidad que se acentuaría en los siguientes días”. En 1902, cinco años después, el perro -al que se había llamado Sodio en recuerdo del experimento- falleció en un accidente.

Satisfecho con los resultados Quinton repetiría sus experimentos con otros perros. Es más, iría más allá al inyectar bruscamente a un perro de apenas 5 de kilos ¡3 litros y medio de agua de mar! en apenas 50 minutos de forma que a los riñones no les diera tiempo a eliminarla y su organismo se transformara en “una masa de agua marina”. Sin embargo a pesar de la dramática reacción inicial que sufrió -trastornos funcionales, ralentización cardiaca y abolición del reflejo corneal- Quinton contaría que al undécimo día “el animal, enteramente repuesto, mostraba una alegría y exuberancia extremas a pesar de haber permanecido cinco días en los sótanos. Y su peso no ha variado: ha vuelto a ser de 5 kilos”.

En un tercer grupo de experimentos Quinton conseguiría demostrar que los glóbulos blancos, tan delicados que son incapaces de sobrevivir en un medio artificial, sí sobreviven en agua de mar. Para ello experimentaría con glóbulos blancos de un pez –concretamente de una tenca-, de un batracio –una rana-, de un reptil –un lagarto- y de tres mamíferos: conejo, perro y ser humano. Lo que hizo fue simplemente extraer sangre de cada especie y diluirla en agua de mar. Y en todos los casos los glóbulos blancos bañados en agua de mar se mantendrían vivos y con todas sus propiedades.

Porque el agua de mar no es simplemente “agua salada”: contiene los 118 elementos de la tabla periódica en su forma orgánica y biodisponible aunque un 85% sean iones de sodio y cloro. De hecho su composición es similar a la del líquido extracelular y se trata por tanto de un auténtico suero fisiológico natural concentrado capaz de satisfacer totalmente las necesidades minerales de las células en todos los seres vivos de la escala animal y humana.

Por eso, tras constatar esa similitud del agua de mar con el medio interno humano, Quinton probó el agua de mar isotónica -la que tiene la misma concentración de sales que el suero de nuestra sangre (9 gramos por litro)- en pacientes terminales inyectándosela directamente en vena. Es decir, agua de mar diluida con agua destilada; una práctica que modificaría rápidamente sustituyendo el agua destilada –muy ácida- por agua de manantial filtrada. Como sustituiría igualmente la vía intravenosa por la subcutánea.

Terminado su protocolo de actuación éste empezaría a aplicarse con notable éxito en hospitales, asilos y servicios de París, Mouleaux, Lalesque y Festal tratándose así a pacientes con gastroenteritis infecciosa, sífilis, tuberculosis y muchas otras patologías que se superarían completamente o mejorarían de forma notable. Quinton experimentaría asimismo con suero fisiológico pero pronto lo desecharía al constatar que los resultados con agua de mar son mejores. El éxito sería tan notable que en 1903 el uso del plasma marino de Quinton sería reconocido por la Sanidad francesa; fue el primer producto definido como medicamento por el estatuto de 1942 y, es más, la Seguridad Social gala decidiría costearlo hasta 1982. Y es que el agua de mar ayuda a curar o mejorar en patologías tan dispares como el cansancio, la astenia, el agotamiento físico, la desnutrición, la anemia, la fatiga crónica, la anorexia, los trastornos de senescencia, los problemas gastrointestinales, la gastroenteritis, el estreñimiento, la disentería, la tuberculosis, la esclerosis en placas, las infecciones, la coriza, la rinitis, la sinusitis, distintas alergias, las afecciones de la piel –incluidos el prurito, la urticaria, la dermatitis y la psoriasis-, las quemaduras, el asma, la sinusitis, los problemas de próstata, la artritis, la osteoporosis, la bronquitis, la gingivitis, el desequilibrio de los sistemas nervioso central e inmune, la obesidad, la alopecia, la gingivitis, el alcoholismo, la hemofilia, el estrés, la depresión del sistema inmune, los problemas óseos y los vómitos del embarazo, entre otras dolencias.

No nos extendemos en cualquier caso en sus propiedades dado que hemos hablado de ello ampliamente como el lector puede comprobar entrando en nuestra web –www.dsalud.com- y leyendo los artículos que con los títulos El agua de mar purificada cura diversas enfermedades y El agua de mar es la solución de muchas patologías aparecieron en los números 30 y 117 respectivamente.

Sí queremos explicar en cambio que algunos de aquellos experimentos de Quinton fueron reproducidos en España ¡casi un siglo más tarde! Y lo hizo en 1974 un grupo de investigadores en la Universidad de La Laguna de Tenerife en la convicción de que si realmente puede transfundirse agua de mar cuando alguien necesita sangre se salvarían miles de vidas cuando en algún lugar se produce una catástrofe natural y hay millares de heridos que la necesitan. Posibilidad que corroborarían aunque lamentablemente su trabajo fue ignorado.

UNA APORTACIÓN EXTRAORDINARIA

El caso es que en 1974, tras unas primeras pruebas en las que se experimentó el procedimiento en una clínica veterinaria, diez perros recogidos de la vía pública en condiciones deficientes, desnutridos, con alteraciones nerviosas y en la piel (sarna y eczemas) y edades comprendidas entre los 2 y los 5 años fueron utilizados en el animalario de la Facultad de Medicina de la tinerfeña Universidad de La Laguna para realizar estos experimentos; primero en el departamento de Fisiología y después en el de Endocrinología de la misma facultad. Trabajo cuyos resultados serían publicados en el artículo Experiencias de utilización del plasma marino como sustituto de la sangre.

En una primera serie de pruebas se utilizaron dos de los perros extrayendo 750 ml de sangre a uno de ellos -lo suficiente para provocarle un shock hipovolémico (colapso que se produce cuando al no llegar suficiente sangre a las células éstas no puedan realizar sus funciones y muchos órganos dejen de funcionar)- y al otro sólo 300 ml. E inmediatamente a continuación se les administró a ambos por vía intravenosa agua de mar isotónica -preparada según las indicaciones de Quinton- en cantidad similar a la de la sangre extraída. Pues bien, a los tres días –según explica el estudio- el estado de salud del primer animal -que debería haber muerto- era “completamente normal dando muestras de gran actividad. Transcurridas tres semanas desde la sangría y la consiguiente transfusión de plasma marino practicadas se observó en el perro una considerable revitalización presentando la piel y el pelaje un aspecto incomparablemente mejor que el que tenían antes de la operación”. Lógicamente el animal al que se extrajo una menor cantidad experimentó una mejoría aún más rápida.

Tras comprobarse en ambos perros la satisfactoria recuperación de su dotación sanguínea en solo dos semanas se procedió a la segunda serie de experimentos. En ellos se extrajo sangre a los otros ocho perros hasta provocarles un shock hipovolémico para inmediatamente después inyectar a cuatro de ellos agua de mar isotónica (también denominada plasma marino). Plasma que fue preparado en los propios Laboratorios Quinton de Pessac en Francia aunque como se terminó antes de finalizar el experimento el resto lo fabricaría el propio equipo investigador utilizando agua de mar recogida a 10 metros de profundidad en ultramar que fue luego diluida al 50% con agua de manantial de monte. A los otros cuatro perros se les aplicó sólo suero fisiológico salino corriente. Bueno, pues los animales que fueron primero tratados con agua de mar isotónica y luego hipertónica (agua de mar mezclada al 50% con agua de manantial y que Quinton bautizó como Duplse Quinton) despertaron al cabo de tres a cuatro horas de terminada la perfusión mientras los perros del grupo control lo hicieron más tarde.

“Los resultados obtenidos –declararían los investigadores en sus Conclusiones- tanto en la primera como en la segunda serie de experiencias destacan el valor del plasma marino para reemplazar plasma sanguíneo con notables ventajas respecto al suero fisiológico así como su indudable valor terapéutico, reflejado en la recuperación de las afecciones que sufrían los perros sometidos a los experimentos que se han descrito”.

Lo insólito es que a pesar de la evidente importancia y trascendencia de este trabajo tales experimentos no despertaron el interés de la comunidad científica. De hecho para encontrarlos hay que buscarlos en las Actas del Congreso de la Sociedad Española de Agricultura Ecológica del año 2004.

Y eso que un año antes, en 2003, en el marco del Primer Encuentro Interuniversitario sobre el Agua de Mar que organizaran conjuntamente Prodimar y la Fundación Aqua Maris, los investigadores supervivientes se reafirmarían en los resultados de su estudio de 1974. “De este documento –escribieron en el 2003-, cuya finalidad es que sea publicado en un medio científico como apoyo o aval para los Dispensarios Marinos que operan actualmente en diversos países con el propósito de detener las muertes por hambre en el mundo, damos fe quienes hemos sobrevivido después de las experiencias de aquella época. Y para que así conste estampamos nuestra firma refrendada por el sello de la entidad hospitalaria y académica que representamos actualmente”.

Es más, durante la reunión se repitió el experimento y otros diez perros fueron desangrados sustituyéndose su sangre por agua de mar natural. El experimento, realizado en el Hospital Veterinario San Antonio de Tenerife, fue supervisado por los veterinarios del centro y estuvieron presentes el doctor Ángel Gracia -especialista en las propiedades del agua de mar y autor de varios libros sobre el tema-, Laureano Domínguez -impulsor del uso del agua de mar natural en dispensarios marinos- y la veterinaria Irene de la Torre -que entonces estaba realizando su tesis y quien nos confirmó que los experimentos se realizaron con agua de mar natural y que el experimento fue un éxito. De los 10 animales sólo murió uno aunque según un portavoz de Aquamaris la autopsia posterior determinaría que su muerte se había debido a una enfermedad previa no detectada y no al experimento. Sea como fuere los resultados de aquel experimento se ocultaron de nuevo. Al punto de que ni siquiera las entidades que intervinieron en la organización del encuentro han conseguido luego acceder a los documentos con los resultados finales del mismo.

EL AGUA DE MAR ISOTÓNICA, PERFECTO SUSTITUTO DE LA SANGRE

¿Y quiénes fueron los osados investigadores que en 1974 decidieron ir con el agua de mar más allá de lo que la ortodoxia aconseja y merecen nuestro reconocimiento aunque sea 38 años después? Pues Juan José Gómez Rueda -miembro del Centre International de Recherches Biologiques de Genéve-Paris y representante en Europa de la Cruz Roja mexicana-, M. Moré Ocaña -catedrático de Bioquímica y Biología Molecular de la Facultad de Medicina de la Universidad de Málaga-, G. González Hernández -médico especialista en Endocrinología-, F. Pinedo González –veterinario-, C. González García -Jefe de Servicio del Laboratorio del Hospital Universitario de Canarias-, A. Milena Abril -catedrático de Fisiología en la Escuela Universitaria de Enfermería y Fisioterapia de la Facultad de Medicina de la tinerfeña Universidad de la Laguna-, C. J. González Gil -ingeniero agrícola del Departamento de Ingeniería, Producción y Economía Agraria de la Universidad de la Laguna- y Carlos Enrique Álvarez González -científico titular del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

Pues bien, precisamente con éste último, Carlos Enrique Álvarez González -científico titular del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) adscrito hoy al Instituto de Productos Naturales y Agrobiología de La Laguna (Tenerife)-, hemos tenido la oportunidad de hablar. Un científico que no duda en mostrarse firme defensor de las propiedades terapéuticas del agua de mar en cualquiera de sus diluciones aunque particularmente apueste en el caso de las transfusiones sanguíneas por la presentación isotónica -al igual que Quinton- no compartiendo la opinión de otros investigadores que sugieren usar directamente agua de mar hipertónica, es decir, sin diluir.

-Díganos, ¿podría decirnos antes de nada por qué se interesó por las propiedades del agua de mar y su utilización para reponer sangre?

-Fue gracias a D. Juan José Gómez de Rueda, representante entonces en Europa de la Cruz Roja mexicana y que residía en Santa Cruz de Tenerife cuando no tenía que estar en Suiza para llevar a cabo su labor en la Cruz Roja Internacional. Resulta que estando en Suiza había entrado en contacto con científicos dedicados a la investigación biológica conociendo por ellos el libro El secreto de nuestros orígenes escrito por André Mahé en 1962 en el que se explican los asombrosos descubrimientos que René Quinton había realizado entre finales del siglo XIX y principios del XX sobre el agua de mar y sus aplicaciones; libro que sería traducido al español y publicado en 1999 con el título El Plasma de Quinton en el que se daba cuenta de unos experimentos de René Quinton en los que extraía sangre a perros y la sustituía por agua de mar isotónica; como asimismo hablaba de las curaciones de diversas personas tras ingerir agua de mar diluida. Lo que en aquel libro se contaba nos pareció increíble así que decidimos realizar nosotros mismos el experimento más sorprendente: la sustitución en perros de sangre por agua de mar isotónica aprovechando que en Francia se vendía bajo el nombre de plasma de quinton. Debo decirle que yo, personalmente, dado el sentido que en español tiene la palabra plasma cuando uno se refiere a la sangre, prefiero utilizar el término suero. El caso es que ayudados por un médico especialista en Endocrinología y por un veterinario procedimos a extraer aproximadamente dos tercios de la sangre de algunos perros y a sustituirla por suero de quinton. Por cierto, que el primer perro con el que se hizo el experimento -como le habíamos aplicado agua de mar le llamamos Neptuno- se lo llevó luego el especialista en Endocrinología a su casa donde vivió varios años con plenitud de fuerzas.

Naturalmente el éxito logrado nos animó a hablar de la experiencia a varios médicos del hospital hasta que finalmente el doctor Milena Abril, catedrático de Fisiología de la Facultad de Medicina en la Universidad de La Laguna de Tenerife, aceptó cedernos sus dependencias para llevar a cabo los experimentos.

-¿Y cómo transcurrieron éstos?

-Pues pudieron hacerse gracias a la buena voluntad y disposición de todos los que finalmente figuramos como autores del trabajo. La verdad es que los medios fueron precarios pero suficientes. Obviamente nuestra expectación era enorme. Nos motivaba mucho pensar en las posibilidades que aquello podría ofrecer si salía bien. Podía catapultar la utilización de suero de Quinton en situaciones de urgente necesidad de sangre e, incluso, sustituir el suero fisiológico, formado únicamente por cloruro sódico, en los hospitales.

-¿Contaron con apoyo oficial?

-Desgraciadamente el apoyo oficial fue nulo. Y a pesar de los extraordinarios resultados obtenidos ni una sola autoridad médica se interesó en ello. Ni siquiera el catedrático de Fisiología que nos había permitido hacer las experiencias en su laboratorio. No ya por su posible uso en transfusiones sanguíneas sino al menos como alternativa al simple suero fisiológico. Así que no le digo ya de las otras propiedades terapéuticas descubiertas por Quinton o de plantear otras nuevas…

-¿Para usted el experimento fue concluyente?

-Sin duda. Para mí quedó muy claro que el suero de Quinton o agua de mar isotónica puede usarse cuando se precisa sangre. No hay necesidad de inyectar sangre ajena de una tercera persona porque la recuperación de la dotación sanguínea se realiza en un tiempo relativamente corto. Todos los animales tratados recuperaron su vitalidad en poco más de una semana. Es más, su vitalidad era superior al cabo de un mes a la que tenían los perros antes.

-¿Entonces no alberga duda alguna de que es posible sustituir la sangre perdida a causa de una hemorragia por agua de mar isotónica?

-No, no tengo la más mínima duda. Los experimentos de Quinton y los que hicimos nosotros demuestran claramente que no solo es posible sino que tiene una gran ventaja sobre las transfusiones de sangre: se evita la posibilidad de transmisión de enfermedades o posible tóxicos.

-Suponemos que agua de mar filtrada si se trata de inyectarla en vena….

-Obviamente. Hay que utilizar suero de Quinton, no agua de mar natural. Hoy hay demasiados tóxicos en el agua de nuestros mares y océanos. Y no niego la realidad y validez de las experiencias realizadas por Laureano Domínguez junto a otros médicos y veterinarios con los que se relaciona que demuestran que la ingesta de agua de mar obtenida cerca de la playa en costas limpias pero previamente decantada es igualmente útil para afrontar casos de desnutrición, equilibrar el organismo y ayudar en muy diversas patologías (lea en nuestra web –www.dsalud.com- el artículo que sobre este tema publicamos en el 153 con el título Dispensarios marinos: previniendo y tratando todo tipo de enfermedades).

Me gustaría de hecho hacer hincapié en que el abanico de enfermedades que permite afrontar con éxito el suero de Quinton es muy amplio. Y lo más probable es que fuese aún mayor si se hubieran dedicado los esfuerzos y medios económicos necesarios. Hay que tener en cuenta que pueden derivarse efectos positivos diferenciados según se use suero isotónico o suero de Quinton, suero hipertónico (concentración de sales superior a la de la sangre) o suero hipotónico (menor cantidad de sales que en la sangre).

-Y si consideraron los experimentos realizados tan importantes, ¿por qué no hicieron ustedes otros nuevos después?

-Porque eso requiere medios, tiempo, esfuerzo y dinero. La investigación que permite aprobar una sustancia como medicamento es enormemente cara y no teníamos medios económicos, ni disponíamos de un equipo interdisciplinario de profesionales, ni mucho menos de lugares donde hacer los experimentos.

-Pues debió ser frustrante haber hecho una comprobación tan contundente de los trabajos de René Quinton y que nadie les hiciera caso…

-Puede asegurarlo. Nosotros quedamos tan convencidos de las extraordinarias propiedades del agua de mar, especialmente en forma isotónica, que lo que hicimos fue utilizarla todos para nuestro propio beneficio y los de nuestros familiares, allegados y pacientes. Y de paso contamos todo a otros colegas de nuestro entorno para que hicieran lo mismo. El problema es que en los años 80 se cambiaron las leyes sobre los medicamentos y el laboratorio que producía el plasma o suero de Quinton en Francia cerró por lo que durante un tiempo nos vimos obligados a producir el suero nosotros mismos; obviamente solo para nuestro uso particular. Afortunadamente hoy ya es posible encontrarlo de nuevo en farmacias y herbolarios.

-¿Y qué piensa del silencio impuesto en torno a las posibilidades del agua de mar?

-Como persona dedicada a la ciencia me parece anticientífico el olvido al que se ha sometido al sistema terapéutico de Quinton con agua de mar y de quienes le siguieron al saber que el sistema funciona. Obviamente no se trata de una panacea pero hay muchas patologías que probablemente pudieran curarse utilizando y desarrollando la metodología propuesta por el sabio francés.

Tras dar las gracias al profesor Álvarez por habernos narrado en primera persona su singular experiencia, ignorada aún hoy –por no decir despreciada- por el propio Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) -en el que sigue trabajando- al igual que han hecho las distintas administraciones españolas de todo signo político, las universidades, los colegios médicos, las organizaciones profesionales, los laboratorios, los centros de investigación y hasta las ONGs y la mayoría de los medios de comunicación nos pusimos en contacto con el Dr. Marco Payá, Director Médico de Laboratorios Quinton International desde hace más de 20 años y miembro de nuestro Consejo Asesor desde su creación. Y es que hoy el plasma de Quinton se fabrica para todo el mundo en un laboratorio radicado en Cox -población de Alicante (España)- que proporciona agua de mar –tanto isotónica como hipertónica- introducida en ampollas de cristal.

-Díganos, doctor, ¿sigue el laboratorio preparando el plasma de Quinton siguiendo a rajatabla los protocolos originales del insigne investigador francés?

-Ciertamente. El agua de mar se recoge primero en zonas muy precisas del Golfo de Vizcaya cumpliendo todas las normas de sanidad. A 30 metros de la superficie y a 10 metros del fondo, en zona de vórtex, porque ahí el agua es de excepcional pureza y es donde más se reproduce la vida. Una vez recogida se transporta a los laboratorios manteniéndola a una temperatura de 4 grados centígrados. Luego, una vez en él y en un ambiente completamente aséptico, se esteriliza en frío para que no pierda sus propiedades terapéuticas y se la pasa por un microfiltro de apenas 0,22 micras; sin que esté nunca en contacto con metales o procesos eléctricos a fin de preservar su carácter de medio vivo. Y finalmente se envasa al vacío en ampollas bebibles de vidrio. Comercializándose sin diluir como Quinton Hipertónico –cuya concentración es de 33 gramos de sales marinas por litro- o diluida como Quinton Isotónico y una concentración de 9 gramos de sales marinas por litro. Dilución que en este segundo caso se hace mezclando el agua de mar filtrada con agua de manantial igualmente filtrada y de mineralización muy débil. Agregaré que recientemente ha empezado a comercializarse en forma de spray para tratar afecciones dermatológicas así como para su uso en las fosas nasales.

Siendo importante la diferencia de pH entre una y otra. El agua de mar hipertónica es muy alcalina ya que tiene un pH de aproximadamente 8’1 mientras que en la diluida o isotónica está muy equilibrado pues es de 7’2.

-¿Y cómo se comercializa? Porque no está considerada un medicamento…

-En la Unión Europea sólo se permite en la actualidad en spray para uso tópico y en ampollas de vidrio bebibles para su ingesta tendiendo la consideración de “complemento dietético”. Se autorizó como “suplemento nutricional revigorizante y fortalecedor de la función del organismo”.

-¿Y cómo se ingieren las ampollas?

-Deben tomarse con el estómago vacío 20 o 30 minutos antes de las comidas u hora y media después.

Bebiéndola tal cual. Sus particulares propiedades de absorción disminuyen si se mezcla. Es mejor tomarlas solas.

-¿Tiene su ingesta contraindicaciones o efectos secundarios?

-No se han descrito ni incompatibilidades ni efectos secundarios pero no se recomienda el hipertónico a las personas con la presión sanguínea alta ni con patologías renales o cardiacas dado su contenido en sodio. En cambio pueden tomar sin riesgo el isotónico.

-Ustedes conocen bien las posibilidades de utilizar agua de mar como sustitutivo de la sangre. Y de hecho sabemos que antes se usaba el plasma de Quinton para ello en Francia. ¿Por qué no ahora?

-Hasta 1982 el suero de Quinton se usó en Francia como inyectable, tanto por vía subcutánea como intravenosa. Es más, el propio Vademecum francés explicaba que podía utilizarse en clínicas y hospitales en lugar del suero fisiológico e incluso como sustitutivo de la sangre. A partir de ese momento dejó de poder hacerse porque las nuevas normas aprobadas en Europa exigían unas especificaciones de fabricación que el laboratorio allí instalado no cumplía; normas que en cambio sí cumple el laboratorio que posteriormente se abriría en Cox (Alicante) y que cuenta hoy con la unidad de microfiltración en frío más moderna de Europa. Esa es la única razón. De cualquier manera sabemos que hay personas que lo utilizan como inyectable de manera alegal. El suero fisiológico no deja de ser más que agua bidestilada con sal y ya Quinton lo desechó sustituyéndolo por agua de manantial microfiltrada a la que añadiría cloruro sódico. Pero evidentemente lo mejor es el agua de mar isotónica porque además lleva los 78 minerales que existen de forma natural en la Tierra y no contiene sustancias radiactivas.

-Sin embargo el plasma de Quinton solo está hoy legalmente autorizado como complemento alimenticio. ¿Por qué no como “medicamento” dadas sus constatadas propiedades?

-Se elabora como complemento alimenticio para su ingesta cumpliendo escrupulosamente la actual normativa de la farmacopea europea: es decir, es un complemento que se fabrica como si fuera un medicamento. El agua de mar pasa por una doble filtración en frío y el resultado es un líquido apirógeno –no produce fiebre- y estéril. Y no está reconocido como medicamento porque hay una “pega” para conseguirlo: que de un lote a otro hay siempre pequeñas diferencias ya que el mar es algo vivo y las proporciones de sus componentes cambian. Y esa pequeña diferencia en la concentración de los minerales hace que no podamos cumplir con los protocolos exigidos en la actualidad para solicitar la propiedad de inyectable.

-¿Cree que en el futuro podrán retomarse los experimentos iniciados por Quinton?

-Recientemente se ha presentado en un congreso internacional de inmunología una experiencia similar a la que en su día llevó a cabo Quinton demostrando que los glóbulos blancos sobreviven una semana en una solución de agua de mar isotónica cuando no llegan a un día en el medio internacional de prueba. Lo hizo el doctor José Miguel Sempere Ortells, médico inmunólogo de la Universidad de Alicante. Y lo realmente sorprendente en que esta ocasión se ha constatado que los glóbulos blancos colocados en agua de mar isotónica aumentan la secreción de Interleucina 2, del Factor de Necrosis Tumoral Alfa y de Interferón gamma; en otras palabras, los glóbulos blancos humanos en agua de mar isotónica ¡desarrollan sustancias antitumorales! Lo que sugiere que hay mucho aún por investigar.

-Realmente sorprendente. Permítanos una última pregunta: ¿cómo es posible que ante todo esto se siga ignorando el trabajo de René Quinton?

-Por desconocimiento, por ignorancia y porque hay muchos intereses creados. Y en buena medida porque esta información no le ha llegado a los médicos. Es inconcebible que éstos ignoren que el agua de mar es una especie de panacea que permite reequilibrar los metabolismos que no funcionan. ¡Si es útil en casi todas las patologías! Por eso llamo al Quinton Isotónico la “llave de paso universal”.

Antonio F. Muro

Fuente: http://www.dsalud.com/index.php?pagina=articulo&c=1816

El agua de mar es la solución a muchas patologías (Discovery Salud nº117)

El agua de mar puede ser no sólo la solución al problema de desnutrición de millones de personas sino la de numerosas patologías. Así lo defienden ya diversas organizaciones entre las que se encuentran la Fundación Seawater -dedicada a la investigación y difusión tanto de sus características como del uso que se le puede dar en agricultura, ganadería y nutrición y que preside Ángel Gracia, autor entre otros libros de El poder curativo del agua de mar. Nutrición orgánica y Cómo beneficiarse con el agua de mar- y la Fundación Aqua Maris. Hay hasta quien asegura que una vez depurada puede beberse directamente y que ingerida periódicamente alcaliniza el organismo previniendo todo tipo de patologías.

“¿Tiene la mayoría de los científicos y profesionales universitarios de las ciencias biológicas la suficiente humildad como para admitir que un ciudadano común carente de los privilegios universitarios que otorga un título académico, caso de René Quinton, venga a decirles que el 70% de su volumen corporal es agua de mar? Parece que la gran mayoría de esos científicos y responsables de la salud pública no pueden soportar la verdad de este hecho tan fácil de comprobar en la naturaleza. Esa mayoría científica no tiene la suficiente humildad como para aceptar su desconocimiento de lo que contiene el agua de mar que conforma el 70% del contenido del planeta Tierra y también, repetimos, de su volumen corporal. Y por ello no les importa seguir ignorando que el agua de mar es el nutriente orgánico más completo de la naturaleza”.

Con palabras tan rotundas como éstas -extraídas de su libro El poder curativo del agua de mar. Nutrición orgánica – se expresa el español Ángel Gracia, presidente de la Fundación Seawater -con sede en Florida (EEUU)- que a diario trata de convencer a la gente de la posibilidad de solucionar las deficiencias nutricionales y sanitarias de gran parte de la población menos favorecida -sobre todo de la infantil- utilizando agua de mar como recurso natural, biodisponible, orgánico y gratuito. Un objetivo que igualmente mantiene la Fundación Aqua Maris que preside Francisco Sánchez cuyo fin es dar a conocer sus posibilidades terapéuticas y dietéticas y, a tal fin, promover la creación de dispensarios marinos en todo el mundo para que en ellos se suministre agua de mar de forma gratuita y los seis millones de niños que mueren en el mundo cada año por desnutrición, los cuatro millones que mueren por la mala calidad del agua que beben y los 1,7 millones que fallecen por enfermedades diarreicas puedan evitarse. Pero, ¿realmente es eso posible? ¿Tienen razón?

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EL MAR, CUNA DE LA VIDA

El medio marino es el ecosistema más importante de la Tierra. Sólo por su masa térmica y el poder calorífico del agua constituye el regulador de la temperatura del planeta. Sin él las noches serían polares, los días un horno y la vida imposible. Es un elemento vital que asegura la conservación de nuestro medio en unos límites tolerables para la vida. El agua de los océanos, para los organismos que se desarrollan en ella, tiene pues una función análoga a la del medio interno para las células humanas. Si se estudia la composición de las diferentes sales y oligoelementos que constituyen la matriz salina marina se observa que la proporción y la forma en que está presente cada uno de esos elementos no es accidental y que cualquiera que sea la naturaleza de los aluviones fluviales, del polvo transportado por el viento o de los fondos marinos removidos por corrientes oceánicas la concentración relativa de minerales en el océano es siempre sorprendentemente estable. El mar, al igual que un organismo, posee su propia homeostasis, su propia regulación interna y su comportamiento presenta una analogía impresionante con la del medio interno del organismo humano. “Los mismos elementos –señala el investigador francés Philippe Goeb en su trabajo Plasma marino y plasma humano- desempeñan funciones análogas por medio de reacciones o cadenas de reacciones vecinas con el fin de asegurar las mismas funciones y en concentraciones similares. Por ejemplo, en el interior del cuerpo humano el tampón principal es carbonato-bicarbonato, cuyo ciclo, ligado al mecanismo respiratorio, permite compensar la aportación constante de subproductos metabólicos ácidos a fin de mantener un pH orgánico ligeramente alcalino. Regula igualmente la presión parcial del CO2 y del oxígeno disuelto en los líquidos fisiológicos. Pues bien, en el medio marino ese mismo tampón carbonato-bicarbonato permite, en sus intercambios con la atmósfera a través de la epifase marina, regular por una parte la presión parcial del CO2 y oxígeno disueltos y, por otra, el pH alcalino del agua de mar”.

El medio interno de nuestro organismo y el agua de mar cumplen en suma las mismas funciones, uno en relación con las células, otro en relación con los microorganismos del ecosistema marino. Y uno y otro precisan de un adecuado equilibrio capaz de mantener las condiciones físico-químicas acordes con el desarrollo de la vida. Los dos son por tanto medios minerales cuya homeostasis y estructura química son el fruto de una precisa regulación biológica. Es más, todos los análisis muestran que sus composiciones respectivas son casi idénticas. Y es que el agua de mar no es agua con sal. Es agua que contiene los 118 elementos de la tabla periódica en su forma orgánica y biodisponible. Los iones de sodio y cloro se encuentran por separado en disolución. El cloro y el sodio constituyen el 85% de los minerales del agua de mar hipertónica. El 15% restante lo componen los otros elementos de la tabla periódica.

La matriz salina de las aguas marinas constituye un medio natural único que es prácticamente imposible de reproducir de modo artificial. Su composición se acerca a la del líquido extracelular. Se trata por tanto de un auténtico suero fisiológico capaz de satisfacer totalmente las necesidades minerales de las células en todos los seres vivos. Por eso organizaciones como las antes citadas y multitud de investigadores que han dedicado su vida a estudiar las propiedades del agua del mar sostienen que la sopa marina debe ser considerada un recurso hidratante y el nutriente más completo de la naturaleza. Es más, niegan que un consumo razonable de agua de mar pueda provocar un colapso de los riñones y la locura como se dice. Y tratan de acabar, congreso tras congreso, con mitos como los de que un náufrago se volvería loco o incluso moriría si bebiera agua de mar. Antes bien, sostienen que bebiéndola aumentarían sus posibilidades de sobrevivir durante decenas de días y así salvarse siempre que sean cantidades pequeñas. Bebiendo grandes sorbos y gran cantidad al día si se puede provocar un colapso. El Dr. Bombard, que para hacer su tesis doctoral pidió que le soltaran en medio del océano para vivir como un náufrago en 1953, bebió durante tres meses agua de mar –que cogía sólo cuando veía cerca placton- y al ser rescatado presentaba un inicio de colapso renal.

Valga un simple ejemplo: en diciembre del 2004 un grupo de seis personas permaneció en la isla de Fuerteventura una semana bebiendo únicamente agua de mar. No ingirió ni alimentos ni agua dulce. Sólo agua de mar tal como la recogían del lugar donde se realizó la experiencia. Pues bien, el control médico y las analíticas realizadas después no detectaron ninguna alteración en sus organismos salvo una ligera y saludable pérdida de peso. “Lo único que consumimos durante la experiencia –nos diría Francisco Sánchez que participó en ella-fue agua de mar. Cada uno la ingirió a su propio ritmo. Yo, como soy una persona sistemática, cada tres horas porque es cuando el organismo necesita reponer nutrientes. Bebía en cada ocasión medio vaso de agua. Bueno, pues al finalizar la experiencia pudimos comprobar que nadie había sufrido ningún trastorno fisiológico ni se había vuelto loco. Hoy bebo medio litro al día de agua de mar mezclada con otro medio litro de agua dulce y el zumo de un limón”. Pues bien, ese experimento se dio a conocer en el II Congreso Internacional Agua de Mar, Fuente de Salud y Vida que se celebró en Fuerteventura con la participación de miembros de 22 universidades, cuatro de ellas españolas y el resto europeas y americanas.

Cabe agregar que las conclusiones sobre las propiedades del agua de mar se sintetizaron en el Encuentro Internacional del Agua celebrado en México en el 2008 y, de forma resumida, son éstas:

-El agua de mar es un tratamiento eficaz en casos de desnutrición pero también de gastroenteritis, cólera, atrepsia, tuberculosis, etc. Es más, es un tratamiento que sería especialmente útil en el caso de los niños desnutridos del Tercer Mundo.

-El agua de mar mejora el medio orgánico interno y es eficaz para prevenir patologías.

-El agua de mar puede utilizarse para reforestar zonas desérticas creando manglares y piscifactorías que eleven el nivel de vida de las zonas pobres y marginales y, por ende, generando puestos de trabajo y haciendo innecesaria la emigración por hambre.

-El agua de mar, llevada a los hogares y hoteles y utilizada para higiene, limpieza y ornamentación, produciría un ahorro de agua dulce de un 75% limitando enormemente la necesidad de trasvases de ríos y la construcción de plantas desalinizadoras.

Según Seawater las experiencias recientemente llevadas a cabo en Colombia, Nicaragua y otros países de Iberoamérica han permitido demostrar que cuando un niño desnutrido toma tres vasos de agua de mar al día su salud mejora rápidamente. Beber agua de mar no parece pues tener otro problema que acostumbrarse a su sabor. “¿Recuerdan sus reacciones la primera vez que probaron un cigarrillo o un sorbo de coñac o whisky? –explica Ángel Gracia-. Pues un indígena del Amazonas come gusanos, culebras y monos y alguien ‘civilizado’ espaguetis, paella y helados. A cualquiera de los dos le repugnaría la comida del otro pero cada uno aprendió a comer lo que tenía a su alrededor. Bueno, pues aprender a beber agua de mar no es más difícil que comerse una paella o un lomo aderezado para un ‘civilizado’ o un sabroso y mantecoso gusano para un indígena del Amazonas”.

RENÉ QUINTON

La verdad es que la utilización del agua de mar con fines terapéuticos se remonta a unos 500 años antes de Cristo. De hecho sus propiedades curativas fueron conocidas muy pronto por los griegos. El historiador Herodoto, por ejemplo, escribió que “la cura de sol y de agua de mar se impone en la mayoría de las enfermedades y, sobre todo, en las afecciones de la mujer”. Eurípides, por su parte, diría que “el mar cura las enfermedades de los hombres”. E Hipócrates que es útil “en las afecciones pruriginosas y mordicantes”. Pero la gran revolución que nos ha conducido a lo que hoy sabemos sobre las posibilidades del agua de mar se produce a finales del siglo XIX de la mano del investigador francés René Quinton (vea en nuestra web –www.dsalud.com- el reportaje que ya dedicamos a este mismo asunto en el nº 30) pues fue quien dio un auténtico giro científico a lo que se sabía de la terapia marina al demostrar la analogía fisiológica entre el agua de mar y el medio vital de los vertebrados. Gracias a sus investigaciones pudieron de hecho extraerse dos leyes importantes que identifican el agua de mar con nuestro medio celular interno:

-La Ley de la constancia marina según la cual por elevado que se halle en la escala animal todo ser vivo se mantiene gracias a un entorno marino interno en el que las células que lo constituyen siguen viviendo en las condiciones acuáticas en que se encontraba la célula primitiva. Y,

-La Ley de la constancia osmótica según la cual los mecanismos de regulación interna del agua de mar permiten la constancia de una fórmula mineral propia que engloba también a los llamados elementos “traza” y que está contenida a la vez en el agua de mar y en el organismo.

Quinton llegaría con el tiempo a la conclusión de que las enfermedades no son en realidad sino manifestaciones del ensuciamiento del medio interno a nivel celular. Y así lo explicaría en su libro El agua de mar, medio orgánico -publicado en 1904- donde planteó su famosa metáfora del acuario. Para Quinton las condiciones internas de nuestro estanque acuoso interno deben mantenerse en equilibrio porque cada vez que éste se altera las células sufren, las funciones no se desarrollan adecuadamente y los órganos se terminan deteriorando. Y al igual que al renovarse el agua de un acuario la vivacidad de los peces se nota casi inmediatamente renovar con agua de mar el medio extracelular debería ser útil siempre que éste se halle sucio por cualquier causa: envenenamiento químico, infección microbiana, insuficiencia de los órganos eliminadores, defectos de ciertos aportes alimentarios, etc. Por lo que decidió demostrarlo. ¿Cómo? Pues intentando regenerar células y tejidos inyectando agua de mar pura en seres vivos. Para ello idearía un procedimiento que permite convertir el agua hipertónica del mar –que concentra en 35 gramos por litro todos los minerales existentes- en agua isotónica –cuya concentración es de sólo 9 gramos por litro-. Y eligió ese porcentaje, esa concentración, porque es la del medio interno de todos los vertebrados, incluidos los peces. “En definitiva -escribió Quinton-, el líquido que se debe inyectar es un agua de mar muy pura -captada mar adentro en condiciones que asegure esa pureza- a la que hay que agregar agua destilada en un término vecino a la isotonía orgánica -dos partes de agua de mar por cada cinco de agua destilada-, cuidadosamente verificada. Hecha la mezcla debe finalmente esterilizarse mediante filtrado”. Bueno, pues tan sencilla fórmula -salvo que Quinton se dio cuenta luego de que no podía usarse agua destilada sino de manantial-es lo que hoy conocemos como plasma de quinton.

René Quinton, para demostrar la similitud de nuestro fluido orgánico y el agua de mar, experimentaría con perros a los que sustituiría la práctica totalidad de su sangre enferma por plasma marino. Demostraría así -¡en 1897!- que es posible extraer totalmente la sangre de un perro y reemplazarla por agua de mar isotónica porque en apenas unos días el organismo vuelve a producir los glóbulos y plaquetas que convierten ese agua marina en sangre. Es más, además de curarse los animales mostraban luego una vitalidad notablemente mayor. Y es que el agua de mar y la sangre tienen una composición casi idéntica aunque sea en concentraciones distintas.

Tuvieron que pasar sin embargo décadas para que algunos médicos le escuchasen. Fue el caso de un grupo de investigadores del departamento de Fisiología de la Facultad de Medicina de la Universidad de La Laguna que en 1975 se animó a llevar a cabo experiencias similares con varios perros a los que se les extrajo sangre y a continuación se les inyectó por vía intravenosa una cantidad equivalente de agua de mar. Sin problemas. Claro que ese procedimiento ya había sido utilizado durante la II Guerra Mundial para compensar la pérdida de sangre de los heridos en combate. Lo lamentable es que luego decidió no volver a tenerse en cuenta tal posibilidad, siquiera como recurso en casos de emergencia. ¿La razón? Se hubiera visto en peligro el negocio de la compra-venta de sangre. Así que hoy se sigue infundiendo sangre a quien lo necesita en lugar de plasma de quinton a pesar de que la sangre puede transmitir muchas patologías.

DISPENSARIOS MARINOS

En 1905 Quinton, convencido de las posibilidades terapéuticas del agua de mar isotónica, comenzaría a inyectarla incluso en lactantes. Creando al poco tiempo dispensarios marinos para tratar en ellos a las personas enfermas. Un redactor de la revista francesa Intransigeant escribiría sobre ello en 1907: “Los trabajos de Pasteur nos aportan una concepción de la enfermedad, los de Quinton una concepción de la salud. ¿Qué es el agua de mar? Es un suero que no ataca a ningún microbio en particular sino que da a la célula orgánica la fuerza para luchar contra todos ellos”.

Quinton demostraría luego ampliamente que el agua de mar isotónica es eficaz hasta en casos de cólera, tifus, tuberculosis, anorexia, enfermedades de la piel, distrofias infantiles y déficits nutricionales graves así como en cualquier patología que implique desequilibrios hídricos. Sus éxitos terapéuticos se sucedieron. De hecho no hay más que rastrear la literatura de la época para darse cuenta del impacto de su trabajo. El doctor Robert Simon, por ejemplo, hizo en su obra Applications thérapeutiques de l’eau de mer un inventario de las primeras indicaciones del método -muy usado por él mismo- concluyendo lo siguiente: “Tras sólo tres años de experimentos nadie puede prever los límites que el futuro concederá a este método. Los últimos ensayos -gota, reuma, ciática y tos ferina- nos autorizan a pensar que el ámbito de sus aplicaciones se irá extendiendo y lo general de su acción le valdrá un lugar muy importante, quizás preponderante, entre los agentes curativos de que dispone la medicina”.

En 1943 el plasma de quinton sería presentado en el Laboratorio Nacional de Control de Medicamentos de Francia e inscrito como fármaco bebible, inyectable y de uso tópico a una concentración de 9 gramos de sales minerales por litro. Lamentablemente el poder de los laboratorios farmacéuticos tras la II Guerra Mundial fue creciendo y las experiencias de Quinton pasarían a un segundo plano. A pesar de lo cual en la década de los setenta se otorgó elAMM -el equivalente al Registro Sanitario Español- al plasma de quinton y también a un preparado con una concentración de 21 gramos de sales por litro). Sin embargo, en 1982 ambos preparados dejaron de ser reembolsados por la Seguridad Social y luego perderían el AMM al no poder adecuarse el laboratorio fabricante a las nuevas normas exigidas por la Comunidad Europea en 1993. Con lo que desde entonces el preparado isotónico de Quinton se comercializa como complemento alimenticio y no puede administrarse por vía intravenosa ni subcutánea a pesar de haber demostrado clínicamente en el pasado su eficacia terapéutica. Había que proteger a los fabricantes de fármacos aunque éstos sean en general peligrosos y no curen nada.

Agregaremos que en la actualidad son los Laboratorios Quinton de Alicante los que en España mantienen íntegros los protocolos del investigador francés para la producción del plasma-isotonico o hipertónico- como complemento revitalizante. “El año 2005 –nos diría Marco Paya, Director de Investigación de Laboratorios Quinton y miembro del Consejo Asesor de Discovery DSALUDdesde su creación- los norteamericanos encontraron 98 minerales y elementos ’traza’ así como 206 isótopos en el agua de mar midiendo grandes cantidades de agua del pacífico.. Hoy, según un trabajo hecho por la Universidad de Alicante, se ha demostrado que en una ampolla de plasma de quinton de 10 militros pueden encontrarse 78 minerales y elementos ‘traza’ con lo que podemos decir que en el agua de mar está todo lo que existe sobre la Tierra”.

¿Y de dónde obtienen los Laboratorios Quinton el agua de mar que usan sus preparados? Pues se sigue extrayendo de los mismos sectores marinos indicados por René Quinton en 1904, a 10 metros del fondo y 30 de la superficie (evitando pues la zona a la que llega la luz del sol). “Recogemos el agua de mar –nos diría Marco Paya-en los mismos puntos que determinó Quinton usando un péndulo en el Canal de la Mancha. Lo singular es que hoy puede constatarse con fotos de satélite que en ellos hay vórtices, torbellinos donde se reproduce la vida. De allí la obtenemos”. Bueno, pues los trabajos de la Université Internationale de la Mer de Cagnes sur Mer (Francia) han demostrado la importancia de esta elección, tanto por la seguridad como por la pureza del producto pero sobre todo tras los 40 años de investigaciones del profesor Maurice Aubert -fundador de esa universidad- porque permitieron explicar por qué las sales minerales se transforman en orgánicas en esos torbellinos, fenómeno que describió como Biocenosis: Así como que desde un punto de vista terapéutico el llamado plasma de quinton tiene las mismas posibilidades que el plasma humano para servir de soporte mineral a la vida celular. Por eso se explican sus sorprendentes propiedades terapéuticas que, por cierto, se deben a que permite.

…recargar hidroelectrolíticamente el organismo. Las sales, a través de los mecanismos de presión osmótica y de la regulación renal, aseguran el balance hídrico del organismo con lo que se asegura una adecuada aportación hidroelectrolítica en patologías agudas como deshidratación, diarreas agudas, shocks hipovolémicos, quemaduras y reanimación pre y postoperatoria así como regular patologías crónicas graves con carencias, desmineralización y espasmos.

…reequilibrar las funciones a nivel enzimático. Los minerales marinos en forma de plasma marino tienen una biodisponibilidad excepcional y afectan al conjunto de ciclos metabólicos, generales y específicos; por ejemplo, modificando las estructuras, las secreciones hormonales y la producción de anticuerpos. Esto se aplicaría particularmente para las enfermedades graves en las que el tratamiento de terreno mineral se impone como un complemento a menudo inevitable.

…regenerar las células. El plasma marino no actúa contra un síntoma concreto sino que contribuye al buen funcionamiento global del metabolismo. Regenera el medio interno favoreciendo de este modo la actividad celular y, con ella, toda la actividad orgánica.

El ya mencionado Philippe Goeb defiende por ello en su trabajo Plasma marino y plasma humano la necesidad de reexaminar el conjunto de las experiencias terapéuticas obtenidas en la primera mitad de siglo XX y explorar el uso del plasma de mar en nuevas patologías donde podría ser muy útil. Según apunta especialmente en las…

…patologías de terreno: enfermedades autoinmunes, problemas de reumatismo, alergias, etc.

…patologías infecciosas: otorrinolaringológicas y broncopulmonares.

…carencias masivas: deshidratación, diarreas, vómitos, hemorragias y desequilibrio mineral agudo.

Y, desde luego, podría utilizarse como tratamiento complementario en patologías como el cáncer que entrañan una severa intoxicación del medio interno.

LOS DISPENSARIOS MARINOS

En suma, nadie que entienda los datos aquí reflejados puede dudar de los beneficios para la salud del plasma de Quinton aunque ya no pueda comercializarse bajo ese nombre sino como complemento alimenticio. Así que lo que resulta más novedoso es el uso de agua de mar de forma directa. De hecho su consumo directo está en la base de los llamados Dispensarios Marinos, proyecto propuesto por organizaciones como Aquamaris, Seawater o Prodimar para tratar de paliar el problema del hambre en el mundo. Se trata ni más ni menos que de distribuir agua de mar de la manera más barata posible. De momento es en Colombia y Nicaragua donde estas instalaciones han tenido mayor arraigo. El procedimiento es similar en todos los casos. Se comienza recogiendo agua de mar de sitios alejados de las playas -a más de 5 kms- y en profundidades de entre 10 y 20 metros, en playas que cumplan todas las garantías de limpieza o en pozos cercanos al mar. Y después, tras los análisis pertinentes, se transporta en recipientes de plástico mediante voluntarios para ser distribuida en los dispensarios entre la población. Así de simple, sencillo y barato. “El agua de mar obtenida de un pozo cercano a la orilla del mar –nos diría Ángel Gracia-suele estar esterilizada dentro de los parámetros sanitarios exigidos y aceptados por todos los países del mundo. Y es que el agua de esos pozos se filtra a través del cuarzo de las arenas subterráneas dando una calidad equivalente a la que se obtendría con un filtro de porcelana”.

Afirmación ésta que sin embargo el doctor Marco Payá no comparte porque “bastantes dificultades tuvimos para adaptar los protocolos de Quinton a la farmacopea europea como para creerme que eso sea así. Un simple envase de plástico no estéril de 5 litros o más ya se contamina en menos de 24 horas. No es pues creíble”.

En cuanto a la posible toxicidad del agua de mar cuando se ingiere de manera directa Wilmer Soler, bioquímico y profesor de la Universidad de Antioquía (Colombia), efectuó una de las escasas investigaciones realizadas con ella, obtenida en su caso en las aguas de Coveñas. Y aseguraría que era segura para el consumo humano, afirmación que otros investigadores ponen sin embargo en entredicho.

“Nuestra recomendación para aprender a beber el agua de mar–explica Ángel Gracia- es que se haga poco a poco. Si se añade limón -al gusto- el sabor resultante, con algo de imaginación, puede recordar al de las ostras. Luego, cuando uno se acostumbra, puede beberla directamente con o sin limón”.

Y puede tener razón porque las personas que la beben en dispensarios como el de La Ceja en Colombia no tienen problema para ingerirla. “A la entrada de muchas tiendas, cafés, restaurantes, escuelas y escenarios deportivos de La Ceja –puede leerse al inicio de un reportaje publicado en El Colombiano- se repite una placa azul con una leyenda que advierte: ‘El agua de mar cura todos los males de los hombres (Eurípides)’. No más al pasar al lugar el visitante se encuentra con un botellón y con vasos dispuestos para servir lo deseado, previa certeza de que es gratuita. Un rato de observación, a media tarde, permite apreciar que la cita con la bebida es casi un hábito para los parroquianos mayores, amas de casa y estudiantes. Pero la sola leyenda no es lo que cautiva. Lo es el convencimiento de adultos y jóvenes que saben de los pequeños milagros obrados por las dosis rutinarias del agua marina”.

Debemos agregar que en los dispensarios marinos el agua de mar se usa principalmente como suplemento nutricional pero también como parte del tratamiento de enfermedades respiratorias, hiperlipidemias, diabetes, úlceras, gastritis, etc. Según informes recogidos por Soler del funcionamiento de dispensarios marinos como el de la Ceja el 90% de las personas que utilizaban agua de mar manifestaron haber obtenido beneficios. Y el 10% restante, que dijeron no haberlos tenido, no empeoraron.

Por regla general los tratamientos pasan por el consumo de tres vasos de agua de mar al día (500 centímetros cúbicos) durante varios meses. Y como ejemplo de lo que se puede conseguir la doctora Teresa Ilari, directora de los Dispensarios Marinos en Nicaragua y miembro activo deSeawater, asegura que los resultados obtenidos tanto en la Clínica Santo Domingo como en el resto de dispensarios marinos son llamativos: recuperación total de la salud en muchos pacientes, disminución del consumo de medicamentos en las enfermedades crónicas -hipertensión arterial, diabetes, cirrosis hepática, cardiopatías, reumatismo, artrosis, etc- y la resolución de patologías no curables por métodos farmacológicos como cirrosis, rinitis alérgicas, psoriasis, etc. “También uso el agua de mar para tratar problemas del hígado y los riñones –declaró Ilari a la revista nicaragüense Enlace- porque regenera las células. Aquí atiendo por ejemplo pacientes con cirrosis, algo común entre los varones que han tomado mucho licor. El primer paciente que entró en el programa para tomar agua de mar padecía de cirrosis. Le sacábamos más de 32 litros de líquido de la barriga cada mes. Pero desde que está tomando el agua de mar ya lleva más de tres meses que no se le saca líquido y tiene la barriga bajita. Él, con 52 años, estaba desahuciado, no iba a trabajar nunca más y ahora ya está pensando en volver a él. El otro caso es el de un paciente norteamericano que tenía insuficiencia renal. Con el agua de mar ya no tiene aquella dejadez, aquellos mareos y vómitos, y la creatinina le bajó casi a lo normal. Ahora se ha quedado y está muy bien”.

Indudablemente queda aún mucho por investigar sobre las posibilidades del agua de mar, sobre su consumo y sobre quiénes pueden o no beneficiarse pero parece claro, tras los trabajos de Quinton y las experiencias que se van acumulando en diversas partes del mundo, que es necesario prestar mucha más atención a las posibilidades del elemento más abundante del planeta: el agua de mar. Sobre todo desde el punto de vista de su aportación nutricional.

Ya en 1911 el doctor Plantier, comentando el trabajo de René Quinton, concluía así un artículo: “Por todas estas razones les invito vivamente a que recurran al método de Quinton cada vez que puedan. Ahí el médico tiene un campo de exploración inmenso donde todavía hay mucho que rebuscar y una terapia sencilla, sin peligro, verdaderamente racional y eficaz cuyas aplicaciones no harán más que desarrollarse cada vez más. Nuestras observaciones actuales permiten únicamente entrever cuán amplio campo de aplicación abre a la actividad terapéutica el descubrimiento genial de Quinton”. Pronto hará 100 años de esas palabras así que con un poco de suerte igual no pasan otros cien antes de que la sociedad valore las posibilidades nutricionales y terapéuticas del agua de mar.

Terminamos agregando que el Dr. Marco Payá no comparte en absoluto la convicción de quienes afirman que el agua de mar puede beberse sin haber sido tratada según el protocolo que explicó René Quinton. Para que realmente sea útil terapéuticamente debe a su juicio obtenerse en las zonas donde se hallan los ya mencionados torbellinos, a la profundidad descrita -donde no llegan los rayos solares pero tampoco está demasiado cerca el fondo-, diluida en la proporción adecuada con agua de manantial –y no con agua destilada como el propio Quinton pensó que sería mejor al principio aunque luego rectificó- y convenientemente depurada porque hoy día la contaminación de nuestros mares y océanos impide su ingesta directa –con mucho mayor motivo en nuestras contaminadas costas- ya que quien así lo haga se arriesga a caer enfermo. De ahí que lamente que su entusiasmo por ella lleve a otras personas a hacer afirmaciones discutibles cuando no peligrosas.

El debate está abierto.

Antonio F. Muro

 

 

Otros usos del agua de mar

Quienes defienden el uso del agua del mar como recurso terapéutico y nutricional no dudan también en sostener que es igualmente buena para usos ganaderos y agrícolas. Y así se ha puesto de manifiesto en los distintos encuentros internacionales sobre ella que ha habido en los últimos años. En agosto del 2006, por ejemplo, se celebró en La Ceja (Colombia) el VII Encuentro del agua de mar -organizado por la Universidad de Antioquia, Proyectos Dispensarios Marinos (Prodimar) y la Fundación Aqua Maris- y en él se explicó cómo en numerosos países de distintos continentes se ha demostrado ya que puede regarse con agua de mar salicornia, pimientos, berenjenas y tomates y otras hortalizas.

“Con agua de mar –se explicaría- se ha logrado reforestar parte de los desiertos de Eritrea, la India y México. Utilizando, eso sí, variedades ya adaptadas a la salinidad como el mangle, lo que permite impactar favorablemente en el medio ambiente y el calentamiento local”.

Hay muchos ejemplos. Cerca de la Bahía de Kino -en Sonora (México)- casi 242 hectáreas de tierra árida y costera han sido transformadas en exuberantes campos verdes utilizando agua de irrigación del Mar de Cortés mediante el cultivo de Salicornia, una planta halófita –capaz de sobrevivir en condiciones de salinidad muy alta- de la que existen 250 especies en costas, estuarios y suelos salinos que se usa para la producción de aceites comestibles y cosméticos, alimento para el ganado y fabricación de biocombustible. Han bastado una serie de canales para llevar el agua del océano hasta el desierto. El impulsor de la iniciativa –bautizada como Proyecto Agro-Forestal con Agua de Mar- es Carl Hodges, catedrático del Departamento del Suelo, Agua y Medioambiente de la Universidad de Arizona e impulsor de Seawater.

Y no sólo en México la salicornia es una posibilidad de desarrollo económico. En Argentina hay en marcha un proyecto en la costa atlántica de Tierra Del Fuegopara cultivar especies vegetales halófilas con agua de mar en más de 30.000 hectáreas. “Se trata – se explica en el proyecto- de una alternativa a los cultivos tradicionales de una especie con contenidos nutricionales interesantes para la alimentación humana según análisis proximales realizados por el INTI, con un 14% de proteínas, calcio, magnesio, potasio y sodio y un 40% de ácidos grasos esenciales. Su alto contenido en ácido linolénico posibilita una reducción del contenido de colesterol del 50% en corderos alimentados sobre pastizales salinos con dominancia de salicornia”.

Ahora bien, las posibilidades en el ámbito agrícola del agua de mar no se limitan a las zonas costeras. Actualmente la empresa norteamericana OceanGrow traslada agua de mar desde Florida hasta Dakota del Sur y Nebraska -a más de 2.000 kilómetros de distancia- para regar 15.000 Ha. de cultivos de trigo, maíz y soja.

Y más sorprendente resulta aún el proyecto que se está llevando a cabo en Eritrea, en el Cuerno de África. En 1999 Ned Daugherty y sus socios crearon allí las primeras granjas de agua marina mediante una empresa conjunta entre el gobierno y la compañía de Hodges A través de tuberías bombean agua de mar para regar 1.482 hectáreas de desierto. El agua se aprovecha primero para criar camarón en piscinas de agua salada y después pasa a tres lagos artificiales donde se cría la tilapia, un pez tropical criado para la exportación. Y posteriormente ese agua se aprovecha para regar cultivos de salicornia y más 200.000 árboles de manglar –un ecosistema formado por árboles muy tolerantes a la sal- y otros cultivos marinos, algunos de ellos experimentales. A partir de ahí la tubería vuelca el agua -para entonces rica en residuos- en un humedal artificial que ya ha atraído a más de 154 especies de aves -123 de ellas en la lista de especies en peligro de extinción-, antes de volver de nuevo, una vez filtrada, al mar.

También puede utilizarse agua de mar en cultivos ornamentales. En Badalona Francisco Sánchez presidente de Aqua Maris, inició el pasado mes de agosto el cultivo de un jardín experimental regado con agua de mar pero mediante el sistema de goteo lo que le permite utilizar aguas salinas o al menos con un contenido en sales superior a las que pueden emplearse con cualquier otro sistema de riego sin que disminuya el rendimiento. Y según sus propias palabras, el jardín es “exhuberante”.

Terminamos indicando que por si todo lo dicho fuera poco recientemente se ha sabido que el agua de mar ¡arde a altas temperaturas! desprendiendo hidrógeno y, por tanto, podría ser utilizada como fuente de energía. John Kanzius, un investigador norteamericano que trabajaba en un generador de frecuencias de radio para tratar el cáncer, bombardeaba con él un día agua de mar para ver si así lograba desalinizarla y comprobó asombrado que cuando la expuso a sus frecuencias de radio ésta ¡se puso a arder! Al parecer la razón es que las frecuencias de radio permiten la liberación de hidrógeno siendo éste el que, una vez desprendido, arde al estar expuesto a las frecuencias. Los científicos quieren averiguar ahora si la producción de energía a partir de la quema de hidrógeno –la temperatura llegó a más de 3.000 grados Fahrenheit- es suficiente para mover un automóvil o maquinaria pesada. Rustum Roy, un químico de la Penn State University que observó directamente el procedimiento, afirmaría que a su juicio se trataba “del descubrimiento más notable en la ciencia del agua en 100 años”.

 

Fuente: http://www.dsalud.com/index.php?pagina=articulo&c=153

Nota de Aqua Maris: La información referente al riego con agua de mar tiene una antigüedad de más de ocho años. Actualmente hemos optado por el riego inverso, a tarvés de la capa freática.

Agua de mar: Salud y Desarrollo Humano

El Agua de Mar nutre, restablece la salud y da energía y bienestar

PROGRAMA DE DISPENSARIOS MARINOS EN NICARAGUA:
MODELO PARA EL MUNDO

Bases Histórico Científicas:

El científico francés René Quinton (1867- 1925) en sus investigaciones descritas en su libro “El Agua de Mar, Medio Orgánico” (1906) demostró la similitud de composición del plasma sanguíneo y el agua de mar. Dado que la vida en La Tierra surgió en el mar, los líquidos de los seres vivos conservan la composición de los océanos primigenios. También estableció que las células humanas pueden mantenerse vivas en el agua de mar, mientras se descomponen en cualquier otro medio.

La gran aportación de René Quinton a la ciencia se basa en el descubrimiento de que el medio interno de los vertebrados es de idéntica composición que el agua de mar. Es en este medio donde la célula viva encuentra el medio propicio para su vida y renovación. Cuando este medio vital pierde sus propiedades, la célula no puede funcionar. La vida celular depende del medio interno.

René_Quinton_1908

El Agua de Mar es el medio vital que baña todas las células de los seres vivos desde que apareció la vida celular. René Quinton afirmó que “nuestro organismo es como una gran pecera, cuyos pececitos – las células – viven en un medio que es agua de mar, y de la calidad de esa agua de mar dependerá la salud de dichos pececitos”. Al tomar Agua de Mar mejora la calidad del medio interno, protege al cuerpo de enfermedades y se restaura la salud.

René Quinton demostró en la práctica el poder curativo del agua de mar y logró salvar miles de vidas al administrarla a pacientes graves en los Dispensarios Marinos de Francia y otros países de Europa. Los resultados fueron contundentes y avalados por miles de casos curados con la terapia marina.

“La regla es que una hora después de la primera inyección, el niño que llegó moribundo y que vomitaba absolutamente todo, retiene un biberón de agua, y una hora después el primer biberón de leche. En la mayoría de los casos, la facultad digestiva suprimida se restablece, y tan bien, que el niño aumenta fácilmente 500 gramos en 24 horas. Fija agua en sus tejidos con avidez, con la misma facilidad que antes la dejaba escapar de su organismo. Menos de 2 horas después de la inyección de agua de mar, se le dibuja una fisonomía mejorada que reemplaza el aspecto inolvidable de paciente con cólera agonizante”.

Así es como Quinton logró controlar una epidemia de cólera que estaba diezmando a la población en Egipto.

De todo ello derivan numerosas aplicaciones médicas que tuvieron una práctica intensa entre 1910 y 1950 en los Dispensarios Marinos de Quinton y Jarricot. Su experiencia constituye la mejor demostración de la eficacia terapéutica del agua de mar. (www.oceanplasma.com)

Después de su muerte, quedó el plasma de Quinton en la farmacopea francesa.

Efectos benéficos del Agua de Mar:

El Agua de Mar es tan nutritiva y curativa porque contiene todos los minerales y oligoelementos de la tabla periódica y además el fito y zooplancton.

El Agua de Mar tiene poder nutricional a nivel celular debido a su rica composición en sales, minerales, oligoelementos, y proteínas, hidratos de carbono, vitaminas y ácidos nucléicos, contenidos en el plancton y en la biomasa de virus y bacterias propios del mar. William Fenical demostró in vitro el poder antibiótico, antiinflamatorio y analgésico de dichos microorganismos (Universidad La Jolla, California, EUA).

El Dr. Philippe Goeb (Israel) describe 3 ejes principales de actuación del Agua de Mar:

1)   Recarga hidroelectrolítica, por su rico contenido en sales y iones, que la convierte en la más mineral de todas las aguas minerales, y la hace muy útil en el manejo de la deshidratación: en la tercera edad, en el deporte de alto rendimiento y en las pérdidas de líquidos corporales (diarrea, vómitos, hemorragias, etc.)

2)   Reequilibrio de la función enzimática (estimulante del metabolismo) gracias a la presencia de los minerales y oligoelementos que actúan como coenzimas en las reacciones bioquímicas de las células y órganos.

3)   Regeneración celular: Las modificaciones del medio interno son transmitidas gradualmente hasta la mitocondria y el núcleo donde ocurrirán cambios en el microentorno de las secuencias del ADN. Aquí de nuevo entran en acción los oligoelementos necesarios para un desarrollo óptimo de la transcripción ADN-ARN.

 

Otras propiedades y efectos benéficos:

  • Equilibrio homeostático en el Sistema de Regulación de Base de Pischinger.
  • Estimula la irrigación sanguínea
  • Alcalinización del medio interno (pH= 8.4)
  • Efecto antibiótico, antiinflamatorio y analgésico (William Fenical, Univ. La Jolla, California)
  • El mayor disolvente natural que tiene nuestro planeta (Dr. Georges la Fargue): depura al cuerpo de sustancias tóxicas.
  • Ausencia de Genotoxicidad y Citotoxicidad del Agua de Mar sobre las células vivas (Dr. Wilmer Soler, Univ. De Antioquia, Colombia)
  • Es orgánica y biodisponible
  • Energizante en deportistas de alto rendimiento y en el adulto mayor.
  • Puede utilizarse para desinfectar vegetales y frutas.
  • Indispensable para la Seguridad y Soberanía Alimentaria y Nutricional.
  • Se evita el consumo de la mayoría de fármacos y sus efectos colaterales e indeseables.
  • El agua de mar es un bien público que debe de estar disponible y al alcance de todos.

 

Mitos y Falacias:

  1. Es perjudicial para los riñones.

De hecho el Dr. René Quinton estudió su efecto benéfico en el buen funcionamiento de la nefrona (célula renal). En Nicaragua hemos visto casos de mejoría en Insuficiencia Renal Crónica y de normalización de la creatinina sérica.

  1. Está contraindicada en hipertensos y pacientes cardíacos.

De hecho es utilizada como tratamiento coadyuvante en estos casos, observando que más del 90 % de los pacientes pueden abandonar el consumo de fármacos, con un excelente control de las cifras de presión arterial, así como de la función cardíaca.

  1. Los náufragos se mueren en alta mar.

Ya se ha demostrado en Jornadas científicas sobre el agua de mar, que los náufragos pueden sobrevivir en alta mar, ya que en la Semana del Náufrago Voluntario varios científicos se mantuvieron con la única ingesta de agua de mar durante una semana completa. Fueron evaluados por médicos y se les practicaron exámenes de gabinete, los que demostraron parámetros bioquímicos normales. El único fenómeno que se observó fue la pérdida de peso.

  1. Está contaminada.

No puede estar contaminada ya que por ósmosis se inactivan todos los microbios de procedencia accidental terrestre. Además el fenómeno marino llamado biocenosis se encarga de hacer desaparecer, a través del plancton, toda la materia orgánica que llega al mar desde las cloacas.

El Dr. Ángel Gracia, autor del libro “El poder curativo del agua de mar”, explica como el 20 de junio del 2000 uno de los acueductos de aguas negras que salen de la ciudad de Miami hacia el mar se reventó a la altura del centro de uno de los balnearios más famosos del mundo y se extendió una gran mancha negra por casi toda la bahía de Biscayne. Después de sellada la ruptura, ya no se podían detectar los marcadores de contaminación en las muestras tomadas por las autoridades sanitarias. Con este experimento in vivo se demostró contundentemente el poder desactivador del agua de mar sobre los gérmenes accidentales terrestres.

Más de 85 Dispensarios Marinos en Nicaragua:

Desde septiembre del 2003, después de la visita del investigador colombiano Laureano Domínguez que nos informó sobre el poder curativo del agua de mar, hemos acumulado en Nicaragua 10 años de experiencia de consumo terapéutico del agua de mar, que es distribuida en más de 85 Dispensarios Marinos en todo el país. Más de 6 mil litros de agua de mar son distribuidos gratuitamente cada mes en Managua.

Un dispensario marino es un lugar donde alguna persona voluntaria, muchas veces médica, terapeuta o líder comunitario, se acopia de agua de mar y la distribuye gratuitamente y sin filtrar, a quien la quiera probar para mejorar su salud. Muchos de los que tienen dispensarios marinos en su casa, clínica o centro comunal, se han formado en cursos de capacitación, donde se les han dado a conocer las investigaciones que demuestran las bondades del agua de mar para la salud y la nutrición humana y animal, en base a estudios publicados y experiencias clínicas en diferentes países.

Tenemos el apoyo gubernamental (Ministerio de Transporte y Alcaldía de Managua) en el transporte y traslado del agua de mar a la Clínica Santo Domingo, desde donde es distribuida gratuitamente a los pacientes y otros dispensarios marinos del país. También tenemos el apoyo solidario del Ministerio de Salud nicaragüense en el análisis del agua de mar, para corroborar que es apta para el consumo humano y libre de microbios patógenos.

Experiencia Clínica:

En base a la revisión de los expedientes médicos de la Clínica Santo Domingo de los PP Jesuitas en Managua y otros dispensarios marinos del país, se ha encontrado que el consumo promedio de medio litro de agua de mar al día, ha contribuido a la cura de las siguientes enfermedades:

  • Hipertensión arterial
  • Diabetes
  • Alergias y rinitis alérgica (Hajime Kimata, Hirishi Nakajima,… Japón)
  • Cáncer (en proceso de curación sin radio ni quimioterapia)
  • Gastritis y Enfermedades ulcero-pépticas
  • Patologías de la piel (psoriasis, dermatitis, úlceras varicosas…)
  • Cálculos renales
  • Estreñimiento y hemorroides
  • Cirrosis y enfermedades hepáticas
  • Heridas y quemaduras
  • Conjuntivitis y glaucoma
  • Artritis Reumatoidea
  • Tratamiento prenatal
  • Esclerosis múltiple
  • Insomnio
  • Asma y enfermedades respiratorias

Las vías de administración son:

  • Vía oral (medio litro al día) en el 95 % de los casos
  • Uso externo (aplicación tópica en la piel y mucosa nasal, pediluvios)
  • Nebulizada (en pacientes asmáticos y bronquíticos crónicos)
  • Colirio (en casos de conjuntivitis y glaucoma)
  • Gotas óticas (en otitis externas y alergias óticas)
  • Gárgaras (en amigdalitis y faringitis)
  • Enjuagues bucales (higiene oral, gingivitis, enfermedades dentales)
  • Enemas (vía rectal)
  • Lavados vaginales (infecciones y atipias celulares en el cuello uterino)
  • Mesoterapia (inyección intradérmica en puntos de Acupuntura y focos interferentes)
  • Inyección intravenosa o suero neural intravenoso (previa firma de consentimiento informado, en casos graves que no toleran la vía oral)

 

Cómo beberla:

Se puede beber Hipertónica (sin diluir, 36 gramos de sales por litro) o Isotónica (diluida, a razón de 1 parte de agua de mar por 3 de agua dulce). También se puede rebajar con refrescos o jugos naturales, y se puede usar para salar las comidas en vez de la sal refinada.

 

Ley 774: de Medicina Natural, Terapias Complementarias y Productos Naturales de Nicaragua

Gracias a la experiencia acumulada y resultados favorables para la salud de la población, se logró incorporar la Talasoterapia en la Ley 774, que fue aprobada en la Asamblea Nacional (órgano legislativo nicaragüense) en Octubre del 2011, y publicada en la Gaceta, diario oficial del Estado, el 18 de enero del 2012. He aquí algunos extractos de la ley en referencia al tema:

Art. 12: Conceptos y definiciones

Por tratarse de la primera ley en materia de Medicina Natural, Terapias Complementarias y Productos Naturales, y para facilitar su comprensión en la aplicación de la misma, se incluyen los conceptos y definiciones siguientes:…

Talasoterapia: Es la terapéutica que trata del uso y beneficios del agua de mar. En Nicaragua se conoce con el nombre de Hidrología Marina o Terapia Marina. En Europa con el nombre de Plasma de Quinton, en Canadá como Ocean Plasma. Se presenta bajo diferentes formas galénicas, y se aplica por vía endovenosa, subcutánea, intramuscular, rectal y bucal. El agua de mar hipertónica o isotónica es tolerada por los diferentes organismos vivos sin problemas. La dosis, frecuencia, vía de absorción y duración determinan la eficacia del tratamiento.

Art. 5: Derecho al Acceso de la Medicina Natural y Terapias Complementarias

La población conforme al marco legal del país, tiene igual derecho al acceso y uso de la medicina natural, terapias complementarias y productos naturales, como al de las instituciones, establecimientos, servicios y programas de medicina convencional dentro del Sistema Nacional de Salud.

Art. 3: Opcionalidad

Referido al derecho de la población a decidir sobre el tipo de medicina o terapia bajo las cuales prefiere ser atendido, con medicina natural, terapias complementarias, tradicional/ancestral o bien la medicina convencional o una combinación de ellas.

Art. 2: Objetivos

Son objetivos también de esta ley: …

Facilitar, promover e incrementar, el acceso de la población a la medicina natural, las terapias complementarias y el uso de los productos naturales en todo el país.

Formación en Nicaragua y Divulgación internacional:

Desde el 2003 se han realizado actividades de capacitación para extender el método marino al sector salud y a la población en general:

  • Cursos universitarios para la prescripción terapéutica del agua de mar en las facultades de Medicina de la UNAN-Managua y la UNAN-León.
  • 200 médicos y profesionales de la salud formados del Ministerio de Salud (MINSA) y del sector privado.
  • Conferencias en Hospitales y Centros de Salud del MINSA en todo el país.
  • Conferencias en otras universidades: UAM, UPOLI, UPONIC, UCA, UNA, etc.
  • Más de cien charlas a la población en barrios y municipios.
  • Charlas a los jubilados del Seguro social (INSS).

También hemos compartido nuestra experiencia en foros internacionales:

  • IV Foro Mundial del Agua en México.
  • Encuentros Internacionales del Agua de Mar: Fuerteventura (España), La Ceja (Colombia), Coatzacoalcos (México).
  • II Cumbre Mundial del agua de Mar en Madrid.
  • II Salón Internacional de la Cooperación en Dakar (Senegal)

 

Conclusiones:

  • El Agua de Mar ejerce un efecto curativo y ayuda al restablecimiento de la salud de manera natural (se pueden dejar los fármacos en el 90% de los casos).
  • Esto representa un ahorro considerable para el bolsillo de los pacientes, para la economía de las naciones y en definitiva para la sobrevivencia de la Humanidad.
  • El agua de mar es gratuita y es lo que más abunda en el planeta Tierra.

 

Retos:

  • Masificar el consumo del agua de mar en la población nicaragüense, en beneficio de su bienestar físico y económico.
  • Implicar a los prestadores públicos de servicios de salud (Ministerio de Salud y Seguro Social) para la distribución gratuita del agua de mar.
  • Implicar al Ministerio de Educación para distribuir agua de mar en las escuelas.
  • Implicar a las Alcaldías, Iglesias y ONGs para el abastecimiento y transporte del agua de mar, lo que favorecería  su distribución gratuita en los barrios y comunidades.
  • Conseguir un camión cisterna para el traslado del agua de mar a todos los municipios del país alejados de la costa.
  • Aplicación de los oasis marinos en Nicaragua.

 

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Dra. María Teresa Ilari

Médica Internista practicante de la Nueva Medicina Germánica

Directora Médica de la Clínica santo Domingo de los PP Jesuitas en Managua

29 de Octubre del 2013