Desde el primer artículo que publicamos el 19 de agosto de 2013, destinado a explicar las líneas de investigación y principios básicos del riego con agua de mar, hemos aprendido y descubierto muchas más cosas.
Los primeros experimentos fueron de tanteo y algunos dieron resultados muy prometedores. Aun así, sabíamos que a medio y largo plazo podíamos encontrarnos con distintos tipos de problemas que tendríamos que resolver.
El mayor inconveniente con el que temíamos encontramos era que con el paso del tiempo el terreno podía sobresaturarse de sales de forma progresiva e impediría el crecimiento de cualquier tipo de planta, ya sea ornamental o de cultivo. En estos casos sería necesario utilizar agua dulce para reducir el grado de salinidad; pero incluso así, dependiendo del tipo de terreno no sería suficiente y tendríamos que cambiar el sustrato por completo.
Poco después de la publicación de este primer artículo establecimos un convenio de colaboración con el CRESCA de la UPC para buscar fórmulas y soluciones a este problema de sobresalinización. Para ello decidimos centrarnos en el riego de cultivos, ya que en estos casos no sólo hay que hacer que crezca la planta, como es el caso de un jardín ornamental, sino que también debe producir un fruto y debe ser comestible.
A día de hoy, entre la Fundación, la Universidad y la empresa SWIT estamos logrando despejar estas incógnitas y consiguiendo reducir prácticamente a cero el uso de agua dulce en el riego de cultivos, con resultados realmente sorprendentes.
Hemos aprendido también que para cada ubicación, cada terreno y cada cultivo es necesario un estudio diferenciado, porque es evidente que las experiencias de unos lugares y cultivos concretos no se pueden extrapolar sin más a cualquier otro lugar y cultivo.
La gran sorpresa es que a medida que vamos avanzando en nuestras investigaciones, estamos descubriendo que no sólo es viable la producción de cultivos, sino que en algunos casos podemos adaptar el sistema para modificar la concentración de nutrientes de los mismos. Creemos que con más tiempo, investigación y dedicación, estos alimentos puedan algún día llegar a ser “terapéuticos”, gracias a su riqueza mineral, del mismo modo que lo es el agua de mar.
Sabemos que no es una tarea sencilla, pero seguiremos luchando e investigando para conseguir que algún día el agua de mar sea aceptada como excelente agua de riego, especialmente en las zonas costeras donde escasea el agua dulce o el acceso es prácticamente nulo.