Recomendamos leer el artículo de «El timo del consumo de agua de mar» antes de leer nuestra respuesta.
RESPUESTA AL ARTÍCULO “EL TIMO DEL CONSUMO DEL AGUA DE MAR” DE VÍCTOR PASCUAL DEL OLMO
Ni nos preocupa que nos critiquen, ni tenemos costumbre de responder a las críticas que sólo intentan desacreditar el consumo de agua de mar o desacreditarnos directamente a nosotros. Pero como entendemos que el artículo al que nos disponemos a responder puede crear desorientación en mucha gente y que dejarlo sin respuesta podría dar a entender que no la tenemos, ésa es la razón por la cual, con todo el respeto, pasamos a responderle a continuación.
En primer lugar tendríamos que alegrarnos todos de que la gente se sirva de la red para manifestar lo que entiende, aunque no tenga una preparación y un modo de expresarse tan académico como suelen demandar los que pretenden la exclusiva sobre sus respectivas especialidades. Efectivamente, la entrada que motiva ese artículo no es un dechado de precisión académica; pero creo que a pesar de ello merece ser tratada con más respeto.
Pero como mi interés está en lo objetivo, paso a responder a las cuestiones punto por punto. Respecto a la cita “la sal marina pura, que contiene 84 elementos de gran valor para la salud humana…” y a su comentario “sería interesante saber cuáles son esos 84 elementos de gran valor para la salud, por ejemplo los oligoelementos son 12: cobalto, cromo, cobre, flúor, hierro, manganeso, molibdeno, níquel, selenio, silicio, yodo y cinc”, he aquí mi respuesta:
Hace ya bastantes decenios que los oligoelementos no son 12. En aquamaris.org puede encontrar un par de enlaces al respecto: The chemical composition of seawater y Elementos en el agua de mar, relativo al estudio del Ocean Research Institut de la Universidad de Tokyo, que referencia y documenta 95 elementos, de los que más de 80 están cuantificados. Supongo que éste es un documento suficientemente sólido y “científico” respecto a la composición del agua de mar.
En cuanto al refinamiento de la sal, la información más objetiva es el análisis del residuo seco del agua de mar, que nadie discute que está en estas proporciones: 85% de cloruro sódico; y el restante 15% (que hasta la legislación salinera se empeña en calificar de “impurezas”) para más de 80 oligoelementos. Y en base a esto, la legislación vigente respecto a la “pureza” de la sal, en el Real Decreto 1424 de 27 de abril de 1983, determina que la “sal virgen” (la que comercialmente se llama “sal marina”) contendrá por lo menos un 94% de cloruro sódico. Es decir que hasta para la sal “sin refinar” establece la ley que se le deben eliminar hasta un 9% de “impurezas”; mientras que el contenido en NaCl de la “sal de consumo común” ha de ser como mínimo del 97%. Esta ley corregía el anterior Decreto 704/1976 de 5 de marzo, que establecía que en la sal común, las sales de calcio, magnesio y potasio no debían pasar del 1%.
En cuanto a la eliminación de los metales pesados como el plomo y el mercurio mediante el refinado de la sal, conviene recordar que los problemas de salud no los determina tanto la presencia de determinados elementos en el cuerpo, sino su presencia desequilibrada, ya sea por exceso o por su total ausencia. Le recomiendo que consulte en esta referencia (http://www.lenntech.es/tabla-peiodica/presencia-en-cuerpo-humano.htm) la presencia de elementos químicos en el cuerpo humano. Comprobará que son más de 25 y es evidente que en esta tabla no están todos.
Respecto a los aditivos químicos a la sal, hay abundante información bien documentada en la red. Lo obviamos porque no es ésta nuestra especialidad.
A la observación de que “La sal sin refinar provee al cuerpo numerosos minerales esenciales, en cambio la refinada, además de haber sido despojada de casi todos ellos (salvo dos), contiene aditivos dañinos y silicato de aluminio, uno de los principales causantes de la enfermedad de Alzheimer.”, usted comenta que “Esto es una burda mentira”. No cuestiono la forma del redactado y la precisión del comentarista; pero yo no lo hubiese calificado de “burda mentira”, puesto que hay en ese párrafo al menos dos informaciones distintas: una sobre la riqueza mineral de la sal refinada o sin refinar, totalmente evidente e indiscutible, y otra sobre la relación entre el aluminio y el alzheimer.
Respecto a la diferencia de minerales entre la sal refinada y la sal sin refinar, es al menos la misma diferencia que hay entre el azúcar refinado y el azúcar sin refinar. Y lo mismo respecto a cereales, harinas, aceites, etc. La información al respecto es muy abundante.
Y en cuanto a la relación entre aluminio y alzheimer, le recomiendo que busque en Google estas dos palabras relacionadas y comprobará que hay mucha más información a favor de esa relación, que en contra. Por consiguiente a mí no se me ocurriría nunca sostener un argumento así con una sola referencia.
En cuanto al párrafo sobre el “saludable y delicioso caldo” del comentarista, es una lástima que en vez de razonar sobre el tema, se haya limitado a ridiculizarlo. Así no hay quien aprenda del otro (si es que pretendía adoctrinar al pobre comentarista).
Respecto al comportamiento del agua de mar en el cuerpo en caso de naufragio, no está mal recordar que contra factum non valet argumentum; y en este artículo se vierten muchos argumentos que desmienten los hechos. La experiencia de naufragio bebiendo sólo agua de mar está hecha durante 7 días (no sé si entran en su concepto de “un poco más de tiempo”). Y al final se pierden líquidos, claro que sí; pero es de lo que tenemos mayor reserva y de lo que más podemos consumir. Los minerales en cambio, hemos de llevarlos al día: de lo contrario se produce el colapso. En la próxima experiencia de naufragio sobreviviendo únicamente con agua de mar, que esperamos tendrá lugar la próxima primavera, está previsto prolongar la duración a 10 días.
Es evidente que cuando decimos que la salinidad del mar es de 35 por mil, o del 3,5%, nos referimos a los mares que tenemos cercanos y a un valor promedio. Eso no significa que ignoremos las diferencias de salinidad entre el mar Báltico, el mar Negro o el mar Muerto.
Lo que afirma usted de que “La sal de mar es NaCl, un compuesto no cambia provenga de donde provenga, así que la sal refinada tiene la misma cantidad de sodio que la sal marina”, contiene dos errores de consideración. El primero, que la sal de mar es NaCl sólo (repito, sólo) en un 85%. Por consiguiente lo correcto es decir que la sal del mar es NaCl más póngale tranquilamente una veintena de sales (de calcio, de magnesio, de potasio, más la restante colección de fluoruros, cloruros, bromuros, ioduros, etc.).
Y gran número de comprobaciones empíricas nos llevan a creer que algo tiene el agua de mar que respecto a la hipertensión se comporta de forma muy distinta al cloruro sódico. Si tenemos en cuenta que el magnesio es un excelente antídoto contra la hipertensión (también lo es el potasio) y que en el agua de mar están estos elementos y gran cantidad de oligoelementos indispensables para el buen funcionamiento de nuestro metabolismo, quizá sea razonable sospechar que éstos son los responsables de que el sodio que se ingiere con el agua de mar, quede contrarrestado por todos éstos. El hecho es que son muchísimos los bebedores de agua de mar que acreditan sustancial mejora con respecto a su tensión arterial. Busque si lo desea “Deep sea water blood pressure” en la base de datos de PubMed (http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed) de la US National Library of Medicine y el National Institutes of Health. Ahí comprobará que lo que usted critica no pertenece al ámbito del disparate, ni menos al de la mentira.
Con respecto a la relación entre acidez y enfermedad, no es ésta nuestra especialidad. Pero existe en la red abundantísima información al respecto. Le recomiendo el video del Doctor Alberto Martí Bosch al respecto (http://youtu.be/R33xhKQWwtE). Yo diría que es especialmente luminoso.
Y respecto al análisis que hace usted de la web… ¡pues qué quiere que le diga! Primero, que no es una enciclopedia; segundo, que se la ha mirado usted no con intención de informarse, sino con intención de criticarla. Lo que no me parece nada mal si ése es su oficio. Y en cuanto a mi video “La sabiduría del agua de mar”, en primer lugar no es un vídeo “de promoción de la fundación”. Y en segundo lugar, despacharse diciendo que “está lleno de engaños y errores de bulto”, sin especificar cuáles, y con el comentario añadido de que “aunque viendo el resto de la web no te puedes esperar otra cosa”, permítame que me ahorre la calificación de quien así pontifica. El video del motor de agua, por lo menos habrá visto que no ha sido producido por Aqua Maris.
Y para hacer de contrapeso al último párrafo (bastante incalificable) les remito a René Quinton, el gran investigador del agua de mar, a caballo entre los siglos XIX y XX (un libro que le puede situar es el de André Mahé titulado “El plasma de Quinton”, que lleva como primer subtítulo, “El secreto de nuestros orígenes”, y debajo, “El agua de mar, nuestro medio interno”. Es un libro magnífico, de la editorial Icaria). Le remito también a Maynard Murray (1910-1983), que durante 40 años investigó la fertilización de la tierra con agua de mar y con sólidos marinos, con resultados espectaculares. Su libro más asequible es “Sea energy agriculture”. Le recomiendo también el de Charles Walters titulado “Fertility from the ocean deep”. He de decir para consuelo de los detractores del Agua de Mar, que René Quinton no tenía ningún título universitario. Maynard Murray, sí, era médico. Pero eso tampoco significa gran cosa, ¿eh que no?
Mariano Arnal