En un lugar de la Mancha desplegó su eficaz actividad un auténtico hidalgo tan soñador como nuestro gran Don Quijote, que creyó que se podía llevar el mar hasta Ciudad Real. Y sin importarle lo loca que veían todos esta aventura, fundó precisamente en La mancha el primer Dispensario Marino de España.

Paco García creyó en Quinton, creyó en otros dos Quijotes que andaban por el mundo predicando las bondades del agua de mar: Laureano Domínguez y Ángel Gracia. Creyó en Aqua Maris; creyó en la ínsula de los Oasis Marinos, con los que soñó cambiar la suerte de los hambrientos. Paco, no lo dudes: verás realizado tu gran sueño desde la distancia en que te has situado.

Paco, tuviste una gran causa por la que luchar, que llenó de pasión y de ilusión los últimos años de tu vida. Y te empeñaste bien a fondo. Como nadie. Tu lucha no fue vana. Diste lanzadas al aire, luchaste contra gigantes, te dejaste el alma en la lucha. Pero no luchaste en vano. Los que sabemos cuánto ha representado tu empeño en el enorme avance que ha experimentado el agua de mar en las conciencias y por fin en la salud y en la buena nutrición, lo recordaremos siempre. Y haremos todo lo que sea preciso para que no decaiga tu memoria y el agradecimiento de la gente que vibra en esta misma sintonía.

Paco, descansa en paz. Y cuenta con nuestro efusivo abrazo cuando nos reencontremos en el más allá.

Todo el equipo de Aqua Maris te lleva en su memoria